Germán Taicuz, sus cinco hijos y esposa contrajeron dengue clásico a mediados de este mes. Después de ocho días de convalecencia y con un temblor permanente en sus rodillas, Taicuz volvió ayer a atender en su pequeño restaurante en el centro de Lita, en Imbabura.
Su negocio se levanta en la única calle adoquinada de este pueblo subtropical ubicado en el límite entre Imbabura y Esmeraldas. En esa parroquia viven 2 742 personas, una buena parte es indígena awa.En el último mes, según los reportes del Ministerio de Salud, se registraron 15 casos de dengue clásico confirmados por laboratorio. Así dice Verónica Pulles, médica del Subcentro de Salud Lita.
“El brote epidémico solo ocurrió en la cabecera cantonal. Ya está controlado y en la última semana no hemos tenido nuevos casos. Las fumigaciones que se aplicaron tan pronto se confirmaron los cinco primeros casos cubrieron el 99 % de la población”.
A pesar de estas medidas sanitarias, Taicuz sigue preocupado. Para él, la falta de alcantarillado y la prolongada e inusual temporada lluviosa acentuaron la débil situación sanitaria del poblado.
Lita, ubicado a unos 100 km de Ibarra, se divide en dos zonas. La alta progresó a los costados de la carretera asfaltada. En cambio, en la zona baja está el pueblo.
Pero detrás de la calle adoquinada, que atraviesa la zona administrativa, las viviendas mixtas (bloque y madera) se construyeron en la vera de calles enlodadas, junto a ciénegas o quebradas donde se empoza el agua lluvia.
En el Subcentro, dos médicos rurales y uno a contrato atienden a 1 200 pacientes al mes. La atención empieza a las 08:00 y se prolonga más allá de las 16:00.
La gente llega desde las comunidades más apartadas del subtrópico de Esmeraldas, Carchi e Imbabura. Muchos no alcanzan a apartar un turno y resignados vuelven a sus poblados luego de seis horas de caminata chapaleando por senderos estrechos y ríos torrentosos.
El brote de dengue preocupa más a quienes habitan en las comunas apartadas. “El zancudo abunda en nuestras comunas. Ni siquiera los toldos nos protegen. Los días se volvieron muy soleados y las aguas estancadas empeoran todo. El clima está loco”, comenta Educardo Mejía, de la comuna Santa Rita.
El domingo es ajetreado y el subcentro no está ajeno a esta realidad. Decenas de personas aspiran recibir atención general y odontológica. “Necesitamos un área de Maternidad. Los partos se atienden en las casas, pues no contamos con un espacio físico”, insiste Pulles. Las lluvias continúan. La población teme de que broten más casos de dengue.