Los corrales de pesca encontrados son una suerte de cercado o trampa formado por una barricada para que los peces queden atrapados allí. Foto: Foto: cortesía Instituto Nacional de Patrimonio Cultural
El arqueólogo Marco Labrada, del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, realiza estudios de la presencia de corrales de pesca en esta zona de Manabí.
El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural y la Universidad de Alcalá de Henares, en España, junto a la comuna de Ligüiqui, en Manabí, iniciaron excavaciones arqueológicas en este sitio conocido por su potencial arqueológico.
La colaboración ecuatoriano-española busca investigar el pasado prehistórico del lugar y capacitar a la comunidad local en torno a la gestión del patrimonio arqueológico desde una perspectiva participativa.
Según Marco Labrada, director de arqueología de este instituto, los hallazgos son de vital importancia porque cambian el enfoque sobre los procesos de pesca en la época prehispánica.
Por lo general -puntualiza- se piensa en los manteños como una pesca activa, de navegación con balsa y evidentemente hay muestras de que se trataba de una pesca pasiva.
A esta conclusión se llega por la presencia de corrales de pesca. Estos son una suerte de cercado o trampa formado por una barricada que ayuda a atrapar los peces, porque queda al descubierto durante la bajamar.
Según Labrada, lo que hallaron en Ligüiqui, con el apoyo internacional, es una ampliación del tema de la pesca, en otras palabras, una diversificación de la industria pesquera prehispánica.
Gracias a estos descubrimientos, los investigadores concluyen que esta actividad proporciona unos niveles de explotación y una generación de excedentes productivos bastante significativos.
Además, este es un sitio que presenta una generación de productos marinos bastante alta. De acuerdo con Labrada, existe además una continuidad a nivel territorial y paisajístico de hasta seis kilómetros.
Según dice, se trata de toda una arquitectura marino-costera para el tema de productividad y piscifactorías, es decir, granjas intensivas de cría de peces.
Para el investigador, esto cambia el enfoque en lo que se refiere al tema productivo, de consumo y de explotación en el uso de los recursos marinos de la sociedad manteña.
Esta sociedad, de hecho, está más claramente identificada con la utilización de los corrales. Por otro lado, el arqueólogo precisa que en Ligüiqui se efectúan investigaciones desde el 2012, donde a través de una consultoría se efectuaron varios hallazgos, dirigidos por el arqueólogo Juan José Ortiz, profesor de la Universidad Técnica de Manabí.
A esta investigación se suma la encabezada por Marco Labrada, la cual se inició en 2018. Como él puntualiza, en esta zona se realizó una primera etapa de prospección, de diagnóstico general e identificación de los corrales.
También se incluyó un mapeo o una cartografía patrimonial para identificar hasta dónde se extienden los corrales. Hasta la fecha tienen documentados seis kilómetros de corrales de manera ininterrumpida. Por el momento, aún se desconoce si son todos sincrónicos, es decir, del mismo momento histórico, o si son diacrónicos, de diferentes épocas. Sin embargo, esto se analizará en el futuro.
Para Labrada, estos corrales se levantaron en la época prehispánica, es decir, se habla de 800 años como mínimo.
Ligüiqui es un sitio conocido por la presencia de estos vestigios. De hecho, quien dio a conocer el sitio al Instituto Nacional de Patrimonio Cultural fue Leonardo Alonso, un joven de la comuna y actualmente uno de los gestores culturales y turísticos de esta región. Él y otras personas de la zona son quienes dan a conocer la existencia de estos corrales.
Labrada manifiesta que este lugar se conecta con otro al que se le conoce como Pacocha, que sería parte del mismo paisaje cultural del entorno arqueológico.
En el país también hay otros lugares que poseen corrales, pero con esta representación física en el territorio, solo Ligüiqui. Por otro lado, según los pescadores del lugar y con base en algunos indicios encontrados, cerca de 50 metros mar adentro, a partir de la línea de playa, continúan apareciendo nuevos corrales.
Esto significa que el mar estuvo más retirado y que, seguramente, por efectos del cambio climático y los fenómenos de El Niño el mar ha ido subiendo. Este es otro hallazgo de esta investigación.