Los dos candidatos a la segunda vuelta por la Presidencia han tratado en entrevistas y encuentros el tema del control de las drogas en el país. Foto: EL COMERCIO
El documento de 10 páginas está en la Asamblea desde el 17 de febrero del 2017. Ese día llegó el pedido del Ejecutivo para reformar el Código Penal (art. 220) y castigar con cárcel de uno a tres años a quienes consuman droga en espacios públicos. La idea del Gobierno es enfrentar el microtráfico.
Las primeras medidas en ese sentido datan del 2010.
Entre ese año y el 2015, el Gobierno ordenó a los policías entrar a las aulas con perros amaestrados y buscar paquetes ilegales, registrar las mochilas de los alumnos, entregar chalecos para que los padres monten vigilancia en los exteriores de los colegios.
Además, se carnetizó a quienes vendan afuera de los planteles, pues los agentes detectaron que los expendedores de narcóticos se mimetizaban entre los ambulantes.
El entonces Consep (desaparecido en diciembre del 2015) admitía que esas medidas “no han tenido suficiente fuerza”.
Las mafias, más bien, crearon la H, una mezcla de heroína, restos de cemento y hasta anestésicos para el ganado.
En el país no hay cifras actuales y la Secretaría de Drogas dice que en este momento tabulan nuevos datos, pero en la última encuesta a jóvenes de 12 a 17 años (2012) se advierte que los estudiantes consumen alcaloides desde los 14 años.
Para entonces, lo que más buscaban los chicos era cocaína y pasta base, aunque ahora la H y nuevos cocteles con anfetaminas ganaron espacio.
El asesor de la Defensoría Pública e investigador de consumo y tráfico de droga, Jorge Paladines, advierte que faltan políticas que contribuyan a solucionar esta problemática.
Según el oficialismo, en 2016 han dado 3 530 capacitaciones en colegios fiscales y 1 629 en privados, que en los barrios de Quito y Guayaquil han trabajado en salud y educación.
Otra medida: en el 2014 entró en vigencia la tabla de tenencia, que fija cantidades máximas para el porte de estupefacientes. Eso provocó críticas de la oposición, pues asegura que se legalizó el consumo.
El Gobierno advierte que eso ayudó a diferenciar al consumidor del microtraficante. Y solo en el primer trimestre del 2015 detuvieron a 4 611 personas por microtráfico en el país y desarticularon 38 grupos.
Además, el 1 de octubre del 2015, la Asamblea aprobó la Ley Orgánica de Prevención Integral y endureció las penas para quienes vendan narcóticos en pequeñas cantidades. Un mes después, la Corte Nacional de Justicia avaló la acumulación de penas para juicios relacionados con drogas.
Las propuestas
¿Qué hacer ante este panorama? En una concentración realizada en la Isla Trinitaria-Guayaquil (11 de febrero), el candidato de AP, Lenín Moreno, indicó que el país necesita más centros de ayuda y aseguró que la droga es un problema de salud pública que afecta a las escuelas y los colegios.
Allí habló de un país libre de estupefacientes. “Se instalaron centros especializados de tratamiento para adultos varones; para los adolescentes tenemos las casas de acogida Juan Elías y Los Libertadores y una casa de acogida para mujeres, en Quito. Luego, faltan más clínicas, sí faltan más”.
La gente lo escuchaba frente a la tarima. “El consumidor no es un criminal, es una víctima”.
Seis días antes, en el Diálogo Presidencial, Moreno ya había delineado lo que hará en este campo: “Vamos a tener que erradicar definitivamente el microtráfico y luchar contra las mafias organizadas”.
En tanto, en su plan de gobierno, Guillermo Lasso (Creo) plantea “reformar el Código Penal, para corregir la reforma que dio paso al microtráfico” y cree necesario “fortalecer los centros de rehabilitación públicos”.
El 8 de febrero del 2017, en una entrevista en Televicentro, el candidato presidencial planteó otras propuestas.
Primero, presentar un “amplio programa” de prevención a escala nacional. Luego, trabajar con las Fuerzas Armadas y con la Policía Nacional “para la represión de las bandas”.
El viernes también se refirió a la marihuana. Dijo que la ciencia ha encontrado en esta propiedades medicinales. “Tenemos que analizar que probablemente la marihuana sea muy diferente a la cocaína o la H”. Tenemos que prevenir -agregó- y también ser racionales para diferenciar entre una droga y otra.