El último fin de semana, los chicos grabaron las canciones en los estudios del grupo Humazapas, en Cotacachi. Foto: Cortesía / Proyecto Kipiku de Saberes
El timbre de las pakllas, una especie de rondadores pequeños, dejó de sonar en las parcialidades karankis de la provincia de Imbabura.
Ese es uno de los inconvenientes que identificó el proyecto Kipiku de Saberes Musicales del Pueblo Kichwa Karanki, que se desarrolla en la comuna de San Clemente, ubicada en las faldas del ‘taita’ Imbabura.
Esta iniciativa, uno de los 10 ganadores del Premio Nacional de Artes Mariano Aguilera, Edición 2017, propone que con la ayuda de la música los niños indígenas se interesen por hablar la lengua materna.
La idea es que los pequeños se encariñen con el kichwa, comenta Kuyllur Escola Chachalo, responsable del proyecto.
Todo nace de una experiencia personal. Escola, comunicadora social de profesión, narra que su hijo Charik Nawel cuando canta pronuncia algunos vocablos kichwas.
Así surgió Kipiku, cuyo nombre está inspirado en esa especie de maleta de tela que los indígenas acostumbran a llevar.
La identidad, la tradición oral, la música y la fabricación de los instrumentos de soplo, con elementos del entorno, se impartieron en seis talleres.
En esta primera fase participaron 56 niños, de 4 a 15 años. Pero, solo 11 intervinieron en el proceso de creación y grabación de cinco canciones.
Las primeras cuatro están dedicadas a la tierra, aire, agua y fuego, considerados elementos principales de la cosmovisión indígena. El último tema surgió en el proceso de reafirmación de este pueblo.
Cinco chicos interpretan las pakllas, mientras seis cantan. Entre las noveles artistas está Lourdes Pupiales, quien prefirió aprender a arrancar las notas a las pakllas, a pesar de que la tradición karanki indica que la mujer solo cante.
Los músicos del grupo Amaru Canto y Vida de San Clemente, se encargaron de la dirección interpretativa, que es el eje de esta iniciativa.
Sus nueve integrantes tienen experiencia en la enseñanza de la música tradicional, especialmente a jóvenes.
Con esta metodología también se busca recuperar el uso de instrumentos musicales autóctonos, señala Raymi Guatemal, integrante de Amaru.
La guitarra, violín y bandolín no solo desplazaron a las pakllas, sino a las flautas, quenas y rondadores, que usaban los ancestros para tocar su música.
Cada una de las cinco canciones será difundida con un video clip, mediante la técnica de animación. Lo que se busca es que esta producción sirva como material pedagógico, explica Kuyllur Escola. “El audiovisual ayudará a los niños que no son kichwa hablantes”.
Por lo pronto, los 11 artistas se alistan para sus primeras presentaciones en público. En Angochagua será el 19 de mayo y en Cotacachi, el viernes 25.