Gloria Mora y Nelson Totoy son dos personas con discapacidad que llevan seis meses sin trabajo.
Mora, de 27 años, tiene discapacidad visual y mantiene a su madre, a su hijo de cuatro años y en dos meses, cuando dé a luz, a su bebé. Es madre soltera y trabaja vendiendo dulces en las unidades del trole, en Quito.
Dice que “así se ponga de rodillas sabe que no le darán trabajo”. El único trabajo que ha tenido fue en un call center de una empresa, donde laboró durante dos meses, hasta julio pasado. La compañía la despidió antes de los tres meses de prueba porque supuestamente vendía en su tiempo libre sus caramelos con el uniforme de la compañía.
Totoy, en cambio, de 42 años, tiene discapacidad de lenguaje, producto de un derrame cerebral que le dio en junio del 2008. Él trabajaba como abogado y tenía su consultorio.
En los últimos dos años y medio ha realizado terapias, con las cuales ha logrado recuperar la movilidad de sus extremidades superiores.
La búsqueda de un trabajo ha sido infructuosa. Desde hace más de seis meses que ingresó sus datos en la bolsa de empleo de las Federaciones, no ha tenido respuesta. “Solo busca una oportunidad para sentirse útil y ayudar a su familia”, dice.