El intérprete de 37 años es protagonista de ‘Joaquim’, película del director Marcelo Gomes, que explora la vida de Joaquim José da Silva Xavier, conocido como ‘Tiradentes’, antes de convertirse en uno de los héroes de la independencia brasileña. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
El actor brasileño Julio Machado estuvo de visita en Quito, como invitado a la cuarta edición del Festival Internacional de Cine Latinoamericano La Casa Cinefest. El intérprete de 37 años es protagonista de ‘Joaquim’, película del director Marcelo Gomes, que explora la vida de Joaquim José da Silva Xavier, conocido como ‘Tiradentes’, antes de convertirse en uno de los héroes de la independencia brasileña, durante la época de la dominación portuguesa.
Una biopic atípica, que deja de lado la solemnidad del clásico héroe, para profundizar en las motivaciones y el despertar de consciencia de un hombre con sus propios conflictos e ideales. Con una trayectoria de más de 10 años en la actuación, Machado habló sobre su experiencia en esta producción histórica, que fue parte de la competencia a
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¿Cómo trabajó en ese viaje en el tiempo que significó la construcción del personaje de Joaquín?
Hay una investigación previa hecha por el director Marcelo Gomes que se volcó sobre este asunto por siete años con la idea de levantar todo el material disponible que retratase los hábitos y comportamientos de las personas del siglo XVIII.
Por ejemplo, hay un relato del párroco de una iglesia, quien comenta que una mujer le pidió autorización para no asistir a la misa un domingo porque no tenía un vestido adecuado. Ese tipo de información fue levantada para trazar un perfil, un panorama y una crónica de lo cotidiano y luego nos pusimos en acción. Pasé un mes antes del rodaje en las locaciones, viviendo en esa naturaleza, un escenario inalterado y primitivo, de la misma manera que probablemente pudo experimentarlo una persona del siglo XVIII.
El simple ejercicio de caminar sobre las piedras y laderas altera completamente el estado del cuerpo, que se comienza a comportar de una manera específica. Esta experiencia fue la materia prima de nuestro trabajo en la creación del personaje. Además de practicar otras actividades específicas como el del ‘garimpo’ (buscador de piedras preciosas). Así pude aproximarme físicamente a las personas de la época.
¿Una aproximación física que además se vuelve emocional?
El aspecto emocional se convierte automáticamente cuando el cuerpo vibra verdaderamente en una situación. Cuando el cuerpo está verdaderamente metido en un contexto y una situación, la emoción opera con organicidad. También influyó el hecho de que había un sentimiento latente de la nación brasileña en ese momento. Yo, como Julio, cuando rodamos en el 2015, nutría dentro de mí sentimientos de inconformismo y revuelta por la situación política actual, que pensé que eran parecidos a los que experimentó Joaquim.
¿Desde esa perspectiva, Joaquim se vuelve una película vigente y pertinente?
Sí, porque las colonizaciones fueron muy crueles y provocaron mucha miseria en función de la explotación de las riquezas de la tierra. Pienso que muchos de los compartimientos que tenemos hoy fueron forjados en aquel periodo y que solo estamos repitiendo los mismos patrones, en otros contextos.
En Brasil hoy hay una lucha desesperada por encontrar un culpable, pero lo cierto es que la corrupción está presente en las pequeñas cosas y acciones de la gente, porque es un comportamiento forjado en otro tiempo.
¿Qué lugar ocupa la figura del héroe en el cine de América Latina?
El papel del héroe en el cine latinoamericano depende de las iniciativas de los realizadores. Hay realizadores a los que les va a importar transmitir una imagen ya cristalizada del héroe y hay otros que están vinculados con otras cuestiones más críticas, que van a procurar crear y trabajar sobre la esencia humana de estos héroes. Es importante que entendamos que el héroe es un ser común capaz de realizar un acto extraordinario dependiendo de la situación en la que se encuentro y que no es una designación divina.
¿Qué es lo más le llamó la atención del guión?
No tuve acceso al guión sino hasta cuatro días antes del rodaje, porque vengo de una trayectoria en el teatro y ahí, la fuerza de la palabra ocupa un espacio de protagonismo. En cambio, la métrica y la densidad de las palabras en el cine necesitan otra temperatura de interpretación, más cercana a la vida real.
En el teatro manipulamos el espacio y el tiempo creando rupturas en la cotidianidad, buscando un trampolín para instancias extra cotidianas, en el cine esto se hace con las técnicas de montaje.
Tenía la preocupación de que mi trayectoria en el teatro no encaje con las necesidades específicas del cine. Me fui aproximando al personaje a través de ejercicios concretos de encuentro, alteridad, improvisaciones. Me encantó principalmente retratar la vida de un hombre común que realiza un acto histórico y que se ve inconforme. La toma de consciencia de este personaje me motivó más que nada porque es algo necesario hoy en día.
Ese escenario agreste e inexplorado también juega un papel importante en la película. ¿Cuáles fueron las condiciones del rodaje?
Hay anécdotas interesantes. Tuvimos que enfrentar algunas dificultades que probablemente los personajes también enfrentaron. Primero teníamos que caminar tres horas diarias para ir y volver de ciertas locaciones. También tuvimos que enfrentar circunstancias inesperadas.
Por ejemplo, el río que en la película aparece como infestado de pirañas, en realidad estaba tomado por escorpiones. Lo descubrimos un día antes de filmar la escena y no podíamos cambiar de locación por el tiempo y el costo. En la película, los personajes se infestan de garrapatas, pero tras cámaras, todo el equipo también tuvo ese problema.
Otro caso fue con el corte de cabello de Joaquim, pues era un plano secuencia que debía hacerse en una sola toma. Al final de la toma la actriz Isabel Zuaa me empezó a pedir disculpas, pero no entendía por qué, hasta que me di cuenta de que tenía la espalda llena de cortes por el cuchillo que utilizó.
¿Cuáles son sus siguientes proyectos?
Tengo dos largometrajes que rodé el año pasado que están esperando el estreno, ‘La sombra del padre y ‘Las costureras y los cangaceiros’. Este último término referido a un movimiento de hombres que vivían fuera de la ley en la región noreste de Brasil. Ahora voy a Brasil para trabajar en la producción de la serie ‘La llama de los días’ en Recife, sobre el surgimiento del ‘manguebeat’, un movimiento musical que surgió en la década del 90.