En Yachay los asistentes asistieron a los laboratorios de experimentación tecnológica. Foto: José Mafla / EL COMERCIO
El desarrollo de tecnología ya no es una competencia exclusiva de los científicos. Desde hace cinco años el país cuenta con laboratorios de fabricación digital (Fab Lab) que permiten a personas interesadas en la invención generar conocimiento y nuevos productos.
En el tercer Festival de Fabricación Digital se pudo ver una muestra. Se realizó en el Centro de Emprendimiento de Yachay, en Urcuquí, entre el 26 y 28 de marzo pasado.
Llegaron representantes de tres laboratorios de fabricación digital que existen en el país: Fab Lab UTPL, Fab Lab Yachay y Fab Lab UIO.
El Fab Lab de Quito es el laboratorio más antiguo. Un grupo de 11 profesionales entre ingenieros mecatrónicos, arquitectos, diseñadores, ingenieros de sonidos y un par de autodidactas trabajan en Diwu (‘do it with us’), un proyecto para diseñar y crear 1 000 impresoras 3D. El objetivo es que estos aparatos luego puedan ser donados a las escuelas de todo el país.
Buscan democratizar del acceso a la tecnología y el conocimiento. Con estas impresoras, explica Diego Guayasamín, parte del laboratorio, los niños aprenderían física, química o matemáticas, de una forma más lúdica. Cada impresora 3D, de código abierto, tiene un costo en el país de USD 450. La inversión final de su proyecto es de USD 300 000. Los recursos salen del apoyo público y privado que ha convocado la propuesta.
En Fab Lab UTPL (Universidad Técnica Particular de Loja), en cambio, se rescata la producción de tecnología más asequible. Hace una década solo se fabricaban impresoras 3D a escala industrial.
En el país, la más económica cuesta entre USD 1 500 y
2 000. El arquitecto Marlon Valdiviezo explicó que ahora el desarrollo de tecnología tiene un carácter más comunitario e interdisciplinario. Este laboratorio lojano es parte del Fabflotante, otro laboratorio de fabricación digital fluvial.
Se trata de un proyecto que recorre el caudal del Amazonas recolectando información de la flora y fauna nativas para generar nuevas tecnologías.
Un ejemplo de este proceso es la investigación de la Victoria regia. Así se llama una planta de dos metros de amplitud que puede soportar mucho peso y que está siendo modelada para diseñar botes.
Ese espíritu de conocimiento comunitario se trató también de rescatar durante el Fab Lat Fest 2015. El centenar de estudiantes y profesionales que participaron de los talleres compartieron datos, investigaciones y estudios relacionados con la fabricación digital.
Cristian Cisneros es parte del Fal Lab de Lima. Llegó desde Perú acompañado de un pequeño robot bípedo fabricado completamente en un laboratorio donde inclusive se elaboraron las tarjetas electrónicas. Su producción costó apenas USD 200, pues también utilizó recursos abiertos.
La ventaja del ‘open source’ es que está disponible para que las personas puedan usarlo y hasta permite mejorar cualquier dispositivo.
El Fab Lab de Yachay es el laboratorio más nuevo del país. Fernanda Gando, de Yachay EP, señaló que este laboratorio tiene como objetivo hacer más accesible la tecnología en la zona de incidencia de la Ciudad del Conocimiento. “Como Yachay tenemos el objetivo de que los niños se vinculen a la tecnología.
Que hayan utilizado fabricación digital es algo que va a generar un cambio”.
Fab Lab Yachay no generará proyectos propios, pero funcionará como vínculo para el trabajo del resto de laboratorios. Este Fab Lab ha invertido USD 200 000 en equipos y materiales. Una cifra similar se utilizará para capacitación y talleres del Fab Academy en el que participarán cinco personas que serán parte de la red mundial de Fab Labs.
El mundo de la fabricación digital en el país, que se inició en el 2000 en el Center for Bits and Atoms (CBA) del Massachussets Institute of Technology (MIT) espera que más innovadores se sumen a la generación de nuevos proyectos. Actualmente existen 60 Fab Labs oficiales en el mundo.
Un robot humanoide
La robótica va a hacer la diferencia en el futuro inmediato, según Cisneros, del Fab Lab Lima. La unión de esta tecnología con la Internet -sigue- es lo que está generando redes de trabajo descentralizado como los laboratorios de diseño tecnológico. Él llegó a Yachay con una de las plataformas más avanzadas en investigación y desarrollo en el mundo de la tecnología: un robot humanoide fabricado por la empresa francesa Aldebaran, en la que este limeño trabaja desde 2012.
Este robot humanoide tiene 25 grados de libertad, esto le permite tener 25 niveles de movimiento como sentarse, pararse, colocar su brazo a la altura de su rostro al momento de caer, caminar hacia delante y hacia atrás e inclusive bailar.
El costo de este robot en el mercado europeo es de USD
8 000 y solo es vendido con fines investigativos en universidades e institutos. Cisneros señala que Aldebaran tiene otra línea de robots humanoides enfocados al consumo masivo.
Estos robots, cuyo precio está entre los USD 3 000 son capaces de detectar las emociones de las personas y ayudarlas en el monitoreo de los aparatos automáticos de la casa.