Nicole Ormaza y Daniel Peña, fundadores del proyecto, trabajan con otros jóvenes como Emilia Hernandez y Martina Mirra por la conservación de la fauna. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
La motivación por trabajar a favor de la conservación de los animales silvestres reunió a un grupo de jóvenes estudiantes de veterinaria de diferentes universidades de Quito.
Lo que empezó hace un año y medio como un proyecto de semestre, se convirtió en la organización Yanapaki. Esta palabra significa “el que ayuda protege”, en kichwa, y resume la misión de sus integrantes.
Nicole Ormaza, fundadora y actualmente directora ejecutiva de la fundación, cuenta que la idea surgió como un proyecto entre amigas. Todas habían tenido experiencia con manejo de fauna silvestre y siempre veían la necesidad de trabajar en el mejoramiento de los protocolos en centros de rescate y zoológicos. A partir de eso comenzaron a reclutar personas.
Un día, recuerda, les contactó una persona de otra universidad y les dijo que un grupo grande de estudiantes quería unirse a la causa. Poco a poco más personas empezaron a llegar y, viendo la acogida que estaban teniendo, decidieron abrirse a tener integrantes de otras instituciones para trabajar por los animales.
Actualmente, el proyecto que empezó con tres fundadores cuenta con alrededor de 35 miembros. Ormaza explica que se están enfocando en planes para evitar que los animales que se encuentran en zoológicos o bajo cuidado humano desarrollen trastornos mentales y/o físicos asociados al encierro. Por eso, están trabajando en planes de enriquecimiento ambiental en el Zoológico de Guayllabamba.
A través de estos se identifican las necesidades en cuanto a espacio y a las estructuras adecuadas para estos animales. En dos semanas van a empezar un proceso en el zoológico basado en investigaciones y observaciones.
Daniel Peña, director ejecutivo de la organización, explica que la idea también es hacer este enriquecimiento con diferentes especies, no solo silvestres sino también en la granja recreativa, porque estos son igual de vulnerables.
Otra misión del grupo es capacitar a todos los miembros para que estos, a su vez, puedan difundir el mensaje de conservación a otras personas y en más centros del país.
“Tenemos que saber cómo vincularnos con la comunidad e ir a los lugares donde hay tenencia y comercio ilegal”, dice Ormaza, quien estudió Biología y ahora Veterinaria. La idea es continuar recibiendo a jóvenes interesados en la conservación y a profesionales que los ayuden en el proceso.