‘Ríos de sombra’ se reedita luego de 13 años, esta vez con la Casa de la Cultura. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Una vez se prometió nunca volver a escribir más sobre su ciudad. No cumplió. Acaba de terminar una novela corta sobre un lugar de Guayaquil, cuyo título y detalles se resiste aún a revelar. A sus 66 años, Jorge Velasco Mackenzie escribe a diario, dirige un taller literario –lo rejuvenece el candor expresivo de sus talleristas, cuenta– y sigue recorriendo la ciudad con el radar activo, atento a los giros del habla popular, que luego plasma en su literatura por un mecanismo de ‘memoria asociativa’.
“Pero ya no tengo 40 años, cuando me metía al ‘tírate al agua’ o ‘al no te ahueves’”, se queja el autor de ‘El rincón de los justos’, una novela en la que recreó un barrio marginal en el centro del Puerto Principal.
El escritor guayaquileño presenta una reedición de
‘Río de sombras’ (2003), una de sus obras menos conocidas, en la que Guayaquil entera aparece desplegada, bajo el crisol de un personaje que delira y evoca a la urbe perdida y anegada.
La novela aparece ahora en un tiraje de 5 000 ejemplares, en el sello Novelas Claves de la Literatura Ecuatoriana, de la Casa de la Cultura Matriz. La obra será presentada con un conversatorio el próximo martes 5 de julio, en la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas. “Después de ‘El rincón de los justos’, esta es la novela que más me gusta. Los escritores tenemos una particularidad, uno quiere más al hijo que le nace enfermo. Y este libro nació enfermo”, suelta Velasco.
El tiraje inicial de ‘Río de sombras’ fue reducido, el precio “un tanto prohibitivo”, por lo que llegó a pocos lectores. La edición publicada en el sello internacional Alfaguara, con un barco sobre el río Guayas en la portada, fue “preciosa”, según el autor, pero ni siquiera a él le quedó un ejemplar de recuerdo.
¿Cómo nació la idea de ‘Río de sombras’? Era el año 83, se produjo un gran eclipse, que el autor observó desde el Parque Centenario de Guayaquil. Allí nació la idea de escribir un cuento, como en efecto escribió. El cuento se llamó ‘Desde una oscura vigilia’, y el personaje era un ser atormentado que cree que con la llegada del eclipse desaparecerá la urbe.
“Luego me fui a dictar un taller en Isla Puná y al regreso vi el estuario, el golfo, el manglar, me quedé realmente sorprendido de lo poco que conocía mi ciudad. Hasta que me vi escribiendo ya no el cuento sino una novela”. Velasco Mackenzie habla de la obra como un hijo enfermo, por las circunstancias en las que se publicó, pero en el fondo la novela también tiene algo viciado.
“Claro, porque la ciudad deja de ser ese sitio inocente y se torna en opresor: asaltos, robos, estafas, vicios… La metrópoli es un personaje en sí misma. Pero hay un personaje que llega, que es Basilio, quien decide venir a desaparecer con Guayaquil. Es una suerte de renunciamiento”, apunta.
La alucinación de Basilio, el personaje principal, que delira con una ciudad bajo el agua, viene de una experiencia personal del novelista uno de los narradores locales más importantes, algo que tal vez vivió, imaginó o soñó, ya no lo sabe, una pesadilla en todo caso. “Me vi perdido en el manglar, ante hordas de mosquitos. (…) La novela también tiene un punto de fantasía”.
¿Aún queda por escribirse la gran novela de Guayaquil?, “Toda la vida he apuntando a una novela total sobre Guayaquil. Ha sido mi intención escribir una novela que sea Guayaquil. Y si me permite ser inmodesto, hay dos novelas que han tocado a la ciudad de manera directa, en sus conflictos, sus clases marginales, sus espacios”, contesta. “La una es ‘Las cruces sobre el agua’, de Joaquín Gallegos Lara. Y la otra es ‘El rincón de los justos’, de Velasco Mackenzie”.