Los negocios en Galápagos cumplen con estándares sostenibles.
Desde esta semana, en el Ecuador rige un protocolo verde impulsado por la banca privada. Con el Acuerdo de Santa Cruz, firmado recientemente en Galápagos, más de una docena de instituciones bancarias de mediano y gran tamaño quieren impulsar una cartera de negocios sustentables.
Para el representante en Ecuador de la Corporación Andina de Fomento (CAF), Bernardo Requena, esta iniciativa llega en un momento en que los fondos verdes se encuentran disponibles para ser utilizados en iniciativas enmarcadas en el cambio energético, la reforestación, el turismo sustentable, entre otros.
Él, quien participó en la firma del protocolo ecuatoriano, explica que la CAF, por ejemplo, exige que todos los proyectos que reciben sus fondos deben tener estándares ambientales y sociales de alta calidad, que ayuden a mitigar y contrarrestar posibles daños al ambiente o a las comunidades adyacentes. En este caso, la CAF habla de más de USD 900 millones anuales para desarrollar estos proyectos en el país.
Mediante este protocolo, la Asociación de Bancos del Ecuador (Asobanca) quiere implementar parámetros sostenibles a escala operativa y, además, en el apoyo al financiamiento verde. Esto implica, entre otros, el establecimiento de procesos ecoamigables dentro de las instituciones bancarias (reciclaje, edificios con eficiencia energética, etc.) y, asimismo, el impulso económico a proyectos sostenibles.
Según Requena, el financiamiento verde es una de las tendencias económicas de esta década. Algo que lo sustenta el informe Bonos y Cambio Climático 2016, elaborado por Climate Bonds Initiative y en el cual se establece que mundialmente existen USD 694 billones en bonos anuales para ser invertidos en proyectos verdes. Sin embargo, apenas un 17% (USD 118 billones) termina en manos de emprendedores o gobiernos que promueven iniciativas enmarcadas en este ámbito. El resto se encuentran a la espera de un proyecto para implementarlo.
En el sistema financiero nacional, según José Julio Prado, de Asobanca, existe un gran interés por invertir en esta clase de proyectos ya que, a pesar de que estos clientes representan un factor de riesgo, son iniciativas más atractivas para inversionistas locales y extranjeros.
En ese sentido, Prado explica que los proyectos sostenibles son el futuro de las inversiones en América Latina. Gracias a su geografía y biodiversidad, el continente cuenta con una amplia gama de oportunidades para generar proyectos rentables en turismo, alimentación, energías renovables, transportación, etc. Para el representante de Asobanca, Galápagos representa precisamente este modelo de economía verde latinoamericana, donde los negocios deben tomar en cuenta el impacto ambiental que generan.
La generación de proyectos verdes es una de las prioridades de la CAF. A inicios de noviembre, la entidad recalcó que hacia el 2020, el 30% de su cartera sea para iniciativas sustentables.
Los negocios verdes también son una preocupación para el grupo C40, en el cual se encuentran alcaldías de todo el mundo que persiguen el desarrollo sostenible y resiliente. En esta semana, la organización informó que los gobiernos municipales requieren de USD 375 billones en inversiones sostenibles en los próximos cuatro años, para frenar el impacto del cambio climático en sus ciudades.