Inti Guerrero es el Curador de Arte Latinoamericano del Tate Modern, de Londres. Foto: Patricio Terán/EL COMERCIO
Inti Guerrero es colombiano y nació en 1983. Es el Curador de Arte Latinoamericano del Tate Modern, de Londres. Fue Director Artístico y Asociado de TEOR/ética, un espacio independiente de arte en San José de Costa Rica.
Estudió Historia y Teoría del Arte en la Universidad de Los Andes, en Colombia. Visitó Quito para dar una charla sobre los museos en el mundo contemporáneo.
Para qué sirve hoy un museo de arte?
En Hong Kong, donde vivo actualmente, hay un ‘boom’ de museos porque el Gobierno da licencias de construcciones a proyectos que incluyan iniciativas culturales. En América Latina es diferente porque hay una tradición de museos. Existe una herencia patrimonial a través de la cual se ha intentado ordenar, categorizar, crear guiones expositivos, centros culturales y museos que alberguen colecciones.
¿Cuáles son los desafíos que tiene un museo en el siglo XXI?
Uno de los desafíos tiene que ver con cómo el arte se está desarrollando, de una forma feroz, como consumo de lujo. Eso imposibilita a los museos adquirir ciertas obras porque hay un mercado donde las colecciones privadas llegan a tener más fondos que una institución pública. El gran desafío en el siglo XXI es cómo convencer a las personas que adquieren esas obras para que las donen a los museos.
¿Por qué se está hablando de responsabilidad social en los museos?
Los museos siempre han tenido una responsabilidad social, no creo que sea algo que se está dando solo ahora. Dentro del arte contemporáneo hay más obras que requieren de mediación. La mediación ante los públicos es necesaria para crear un diálogo masticable, para las audiencias que se confrontan con lenguajes que no necesariamente han visto.
¿Cuáles son las limitaciones que tienen los museos de la región?
Hay una visión demasiado republicana en relación con la cultura. Los centros culturales están muy ligados a los sistemas de gobierno. La mayoría de centros de arte en Europa continental le pertenecen al Estado pero no están manejados de una manera tan napoleónica en relación con la eurocracia. Debe existir una reforma para que los presupuestos sean más asequibles.
En Quito existió la intención de convertir el Centro de Arte Contemporáneo en un museo, ¿cuál es la experiencia en esta línea en Londres o Hong Kong?
Una institución interesante para ver esta problemática es la que no rechaza ni lo uno ni lo otro, como el Reina Sofía, cuyo nombre oficial es Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Esa simbiosis se ve en la programación porque por una parte tiene la responsabilidad de un acervo de arte internacional y español muy importante y a la vez tiene el legado y la responsabilidad de crear una plataforma más experimental donde no necesariamente se vea ese historicismo.
¿Cómo se está trabajando en Londres para que los museos no se conviertan en elefantes blancos?
Las audiencias están decayendo aunque globalmente en Londres hay una cultura de museos que no tienen otras ciudades. Viendo la misma caída de sus públicos hay diferentes estrategias de puro marketing. Una de las más exitosas ha sido aquella en la que un museo se unió con una marca de ropa para tener otro tipo de accesos y beneficios. La Tate tiene una suscripción de miembros en la que pueden acceder a ofertas. La idea es que las personas se sientan parte de la instituciones culturales.
¿Uno de los problemas de los museos de la región es que no logran juntar el arte y el marketing?
El debate no tiene que centrarse en si se junta el arte y el marketing sino saber con qué compañía se trabaja. En América Latina las políticas estatales ya no funcionan para la producción de la cultura contemporánea. Lo que se necesita es trabajar con el mundo corporativo para crear algo que tenga una demanda y no satanizar esta relación.
¿Cómo ves los museos de aquí a 50 años?
Creo que en el futuro va a existir un momento en que la gente se va a sentir tan alienada por la tecnología que el encuentro físico va a llegar a ser un privilegio o una forma de escapar . Uno de esos espacios de encuentro será el museo.
El Museo Nacional del Ecuador está cerrado hace más de un año. ¿Por qué es importante que un país tenga un Museo Nacional abierto?
La construcción de nación se ha generado a partir de las victorias y de las derrotas del pasado. El recordar es lo que ayuda a las sociedades a construir nación y a que se cometan los mismos errores.
¿Qué es lo que tiene que mostrar un Museo Nacional en el siglo XXI?, ¿Cuál es la experiencia que se obtuvo en el trabajo en el Museo Nacional de Colombia?
Cuando estaban en los debates del nuevo guión del Museo Nacional la directora insistía en que el museo coleccionara los trapos que usaba Tiro Fijo, el fundador de las FARC, porque eso hacia parte de la memoria visual de la Nación.
Los objetos que están en los museos no son necesariamente para contar la narrativa triunfante de un pueblo sino también las ruinas y las reliquias que a las nuevas generaciones les van a enseñar lo que pasaba.
En Colombia había una urgencia arqueológica del presente por adquirir algunos de los trapos de Tiro Fijo. Hay que pensar en lo que va a ser la arqueología del futuro. Cómo la cultura visual de hoy puede llegar a representar la identidad de una generación.