Jenny Ainaguano muestra los diversos diseños de collares para el uso de las mujeres. Foto: Glenda Giacometti / El Comercio
Las mujeres de los pueblos Chibuleo, Tomabela, Salasaka y Quisapincha, en Tungurahua, mantienen el uso de las washkas (collares en español) elaborados con piedras preciosas y minerales.
Estas joyas, según la cosmovisión indígena, tienen poderes especiales porque absorben, mantienen la energía y el equilibrio en las personas que las utilizan. También es una forma de ahuyentar a los malos espíritus y el mal aire.
Estas alhajas embellecidas con piedras preciosas como la amatista, obsidiana, corales, venecianos y otros materiales se usan en ocasiones especiales como en las fiestas ancestrales, matrimonios y las celebraciones religiosas.
Jenny Ainaguano, diseñadora indígena y dueña de una boutique, explica que antiguamente las washkas eran elaboradas de coral rojo y el veneciano (piedra de colores que representa al arco iris) que traían de países de Europa.
Cuenta que las mujeres antes de la Conquista se embellecían con joyas elaboradas con la concha Spondylus, pero tras la invasión se dio esa fusión de los conocimientos y de los materiales. Ahora son diseñadas con bambalinas que son similares a la original. También se introdujeron nuevos elementos dentro de la joyería como el coral que reemplazó a la concha Spondylus. “En las comunidades indígenas se usan diversos diseños, pero sin dejar de lado la esencia autóctona”.
En la actualidad los collares antiguos son considerados como tesoros andinos, anteriormente mientras una mujer llevaba en su cuello más washkas representaba un estatus y poder económico.
Además, dentro de la cosmovisión andina representa un sentido de protección, es por eso que las mujeres llevan las manillas y collares de color rojo. “Todas las culturas de la Sierra utilizamos las washkas de coral, casi no difieren de una a otra, porque tienen un sentido espiritual”.
Ainaguano luce la bisutería con su atuendo compuesto por un anaco negro, una blusa blanca con bordados, un reboso y un sombrero blanco que le dan elegancia y distinción. “Es una forma de mostrar la belleza de la mujer indígena”.
La experta Lucía Aguilar, del pueblo Otavalo de Imbabura, las confecciona en su taller en el centro de Ambato. Cuenta que en cada uno de sus trabajos hechos a mano mantiene esa técnica ancestral. La mayoría de sus creaciones representa al Taita Inti.
De acuerdo con la sabiduría indígena, los minerales los usaban para absorber y mantener la energía en equilibrio. “En la actualidad diseñó modelos juveniles pero sin perder la esencia, el color rojo y naranja, y las formas originales”.
Aguilar también comercializa vestimenta indígena con diseños estilizados y ciertos toques juveniles que son un atractivo de las ejecutivas.