Una réplica de ‘La Casa de mis Abuelos’ se armó en el patio de una unidad educativa de la ciudad de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Una pequeña casa con paredes de caña guadúa y techo de rampira muestra algunas de las características de las antiguas viviendas de los afroesmeraldeños del norte de la provincia de Esmeraldas.
El montaje de este tipo de estructuras es parte del proyecto ‘La Casa de mis Abuelos’, una iniciativa para recuperar las tradiciones afros y que es parte del proceso de etnoeducación.
El objetivo es mostrar -principalmente a los estudiantes- las formas de vida de los primeros afroesmeraldeños de la región y los utensilios que usaban para cocinar.
Una de estas réplicas se montó en la Unidad Educativa León de Febres Cordero, en la parroquia rural Vuelta Larga, del cantón Esmeraldas.
Ahí, las etnoeducadoras se organizaron y colocaron en el patio algunos de los utensilios de sus ancestros como la plancha de carbón, máquina, fogón, ollas o peroletas, tazas y platos, entre otros.
En el centro de la casa se recreó un fogón de leña, se puso carbón y plátano. En una de las paredes de latilla se ubicó una cama con madera rústica.
Las sábanas que están sobre el lecho se hicieron con retazos de tela. También se pusieron un mate, una cachimba y un atado de tabaco.
En la parte externa se puso una canoa o potro de madera, labrada por lo ancestros, una catanga y la atarraya; ambos instrumentos son utilizados para pescar guañas, camarón de río y sabaletas.
En el interior de este tipo de viviendas se recrean espacios
de cocina antiguas, con ollas tradicionales y fogones. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
La directora de este plantel, Esperanza Bermúdez, explica que todo lo que se recoge en ‘La Casa de mis Abuelos’ es parte del proceso de enseñanza
de en valores ancestrales. “No se trata de retroceder el pasado o enseñanza de la antigua forma de vida del pueblo afro, sino de rescatar valores inculcados por nuestros mayores”.
Luisa Quintero, una de las alumnas de la unidad educativa, dice que en clases han aprendido cómo las mujeres pescaban el camarón de río con canastos y la elaboración de la catanga (arte ancestral de pesca) con caña guadúa.
Los estudiantes son capacitados por las maestras, para que sirvan de guía y expliquen a los visitantes los componentes de estas viviendas, desde la forma de construcción, basada en la carpintería ancestral, hasta el tipo de alimentación.
Para la antropóloga María Perea, esta es la mejor manera de transmitir el conocimiento a los niños sobre cómo vivían sus abuelos o bisabuelos, en una de las pocas casas que aún se observan en el campo.
Las autoridades de esta institución trabajan en la grabación de un documental para mostrar a quienes visiten la casa la forma de vida de los antiguos y de qué se alimentaban.
Antes del recorrido a la casa, los visitantes tendrán la oportunidad de observar un video de inducción para luego conocer, durante 30 minutos, cada uno de los espacios de la casa.
En la casa hay un altar en honor a los santos, como San Antonio, San Martín, la Virgen del Carmen, Virgen María y Virgen de La Merced.
En un rincón también hay una muestra de algunos personajes destacados de la cultura afro, como Guillermo Ayoví y otros líderes afros, como Malcolm X o Nelson Mandela.
En la construcción de ‘La Casa de mis Abuelos’ colaboraron las gestoras Inés Morales y María Luisa Hurtado.