64 indígenas promueven los cultivos orgánicos en Saraguro

Flor Cartuche, de la comunidad de Gunudel, comercializa hortalizas en el Mercado 3 de Mayo del cantón Saraguro. Foto: Lineida Castilo/ EL COMERCIO.

Flor Cartuche, de la comunidad de Gunudel, comercializa hortalizas en el Mercado 3 de Mayo del cantón Saraguro. Foto: Lineida Castilo/ EL COMERCIO.

Flor Cartuche, de la comunidad de Gunudel, comercializa hortalizas en el Mercado 3 de Mayo del cantón Saraguro. Foto: Lineida Castilo/ EL COMERCIO.

Los saberes ancestrales guían el trabajo agrícola de 64 indígenas del cantón Saraguro, ubicado en el norte de Loja. Ellas cultivan bajo los principios de la cosmovisión andina y en armonía con la naturaleza.

Hace ocho años se inauguró la Escuela Agroecológica, que agrupó a 10 mujeres de la comunidad de La Matara. Un grupo de extranjeros de Alemania e Italia las incentivó a cultivar de forma orgánica, dice la presidenta de la escuela, Ruth Chávez.

Así reemplazaron los abonos e insecticidas químicos por los orgánicos elaborados por las indígenas. Además, utilizaron solo el arado con animales para preparar la tierra para la siembra, explica Chávez.

Ese trabajo motivó a otras mujeres y el proyecto se extendió con la apertura de otras dos escuelas en Gunudel y Tenta. Dos años después fueron 120 mujeres, ahora son 64. La cifra se redujo porque algunas migraron y otras fallecieron.

Según Flor Cartuche, de la comunidad de Gunudel, cultivan según el calendario de Mama Killa (luna) que representa la feminidad y la fertilidad. Ella explica que cada fase lunar dura siete días y las distinguen por la forma de este satélite.

Por ejemplo, en luna nueva la tierra está susceptible y necesita descansar. Por eso, en esos días las mujeres no realizan ninguna actividad en sus huertas para dejar que la Pacha Mama repose, se oxigene y recargue las energías necesarias.

Lourdes Contento, de la comunidad de Tenta, sabe que si tocan las plantas podrían llenarse de plagas y no tendrán buenas cosechas. En cambio, la luna creciente representa el crecimiento y es cuando se recomienda la siembra.

Mientras que en luna llena se dedican al arado, riego, aplican abonos y controlan las plagas. Usan úrea, biol y abonos, que son elaborados por ellas en sus hogares, dice Graciela Calle, de la fundación Sabia Roja, que les brinda asesoría.

En esta etapa interviene esta entidad y otras como el Municipio de Saraguro y el Ministerio de Agricultura con capacitaciones sobre la elaboración de los productos, valor agregado de la producción y normas que deben cumplir los productos orgánicos para la comercialización.

También realizan el seguimiento de los cultivos en las huertas para confirmar que no están usando químicos. Las mujeres que están interesadas en ingresar a la Escuela Agroecológica deben pasar por un proceso de limpieza y oxigenación de sus huertas.

Este proyecto ya tiene resultados, como la creación del Mercado Agroecológico Sumak Tarpuna. Además, el Municipio de Saraguro les otorgó un espacio dentro del Mercado 3 Mayo para que vendan sus productos orgánicos.

En este último sitio venden -de miércoles a domingo- granos, hortalizas, frutas, legumbres, plantas medicinales, semillas, quesos y huevos. “La gente nos conoce porque ofrecemos productos sanos, nutritivos, de calidad y económicos, dice Cartuche.

Según Chávez, están abiertas a que cualquier entidad o interesados visiten los huertos y constaten su forma de cultivar. “Para nosotros la actividad agrícola es parte de una alimentación sana”.

La producción está segmentada por pisos climáticos, según la ubicación de las comunidades. De las zonas altas llegan las papas, hortalizas, granos y cereales. De la media, achira, alcachofas y zanahoria blanca y de la baja, camote, yuca, maíz y frutas.

Otra tarea importante es compartir las semillas entre las integrantes de esta escuela. Hasta el momento tienen identificadas 60 variedades de papas. También, aprovechan los productos para preparar derivados como mermeladas y quesos, que son comercializados en el mercado municipal.

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