La familia Saguanda Aguinda es la encargada de elaborar estos productos ancestrales. Foto: Cortesía Prefectura de Pastaza
Los indígenas de la comunidad kichwa Jatun Pacha elaboran mokawas, ollas, cornetas, jarrones y tinajas.
En estos recipientes elaborados con arcilla se ofrece la tradicional chicha de yuca, los maitos (pescados envueltos en hojas bijao y cocinados al carbón) o se recoge el agua del río Arajuno, que desemboca en el Pastaza. La comunidad se ubica a 45 minutos del centro del cantón Pastaza.
La familia Saguanda Aguinda es una de las ocho que fabrica estos utensilios ancestrales desde hace 60 años. Sus cinco integrantes moldean la arcilla con suavidad y con sus arrugadas manos da forma a las vasijas de diferente tamaño.
El trabajo es manual y no usan moldes. Las mujeres son las más hábiles en este oficio ancestral. Ximena Saguanda es una experta en este arte ancestral que se elabora en la sala de su casa de madera.
La joven, de 26 años, explica que el proceso se inicia con la recolección de la arcilla que está a 20 metros de su vivienda. El polvo se mezcla con el agua dando forma a una masa consistente y que está lista para ser manipulada. El material se ubica sobre ramas o fundas plásticas. La base de las mokawas es la primera en ser elaborada para luego continuar con el cuerpo o las paredes.
Una fina tira de arcilla que se asemeja a una culebra comienza a ser envuelta para dar forma a las paredes del utensilio. Los gruesos dedos de las indígenas aplastan y aprietan para que no se deshaga.
“Cuando se tiene la forma rústica de la vasija se comienza a tornarla lisa. Para eso, se pone un poco de agua y se le pone los detalles de nuestra comunidad. Es un trabajo que requiere paciencia y energías positivas que provienen de la madre tierra”, indica Saguanda.
Una vez que están listos los objetos, como mokawas, ollas, cucharas, cornetas, jarrones y tinajas, se los deja secar al sol por tres días. Luego son colocados en un horno especial para que se cocinen y mantengan la forma. El siguiente paso es dar brillo cuando el objeto aún está caliente.
Héctor Saguinda explica que este proceso se hace con la resina de pungará. Este barniz natural se extrae de un árbol de la selva amazónica. La planta se ubica a 30 minutos caminando desde la vivienda de Saguinda. La especie de laca brinda protección al barro.
El campesino, de 39 años, asegura que luego de este proceso se adorna con figuras que representan a la Tierra, la naturaleza, los animales o figuras con líneas y círculos. El pincel que es utilizado se fabrica con pequeños mechones de su cabello o de hojas de sus chacras.
La pintura utilizada es la del fruto amazónico wituk o las pepas de conambo. El líquido negro se obtiene luego de aplastarlo. El tinte también es utilizado para tinturar el cabello de las mujeres o los rostros en las fiestas ancestrales de las nacionalidades.
“La mukawa es utilizada en ocasiones especiales y nosotros servimos en estos recipientes la guayusa y la chicha de yuca. Mantenemos esta tradición ancestral y la vamos transmitiendo de generación en generación. Ahora estamos vendiendo estas cerámicas a los turistas”, asegura Héctor.
En Pastaza, la cerámica, los collares, aretes, bolsos, cerbatanas o bodoqueras y hamacas son confeccionadas por las warmis de las comunidades indígenas. La visita hacia estos centros poblados es parte de la ruta que ofrece a los turistas el Consejo Provincial de Pastaza.
Según Indira Palacios, directora de Comunicación de la Prefectura, el turismo comunitario permitirá que los pobladores de las comunidades expongan su arte a los visitantes.
La funcionaria explica que sus productos se comercializan y promocionan en los cuatro cantones de la provincia. Las ferias artesanales y el malecón de Puyo son los sectores donde se pueden adquirir los productos.
“Es un legado de los padres hacia los hijos que estamos incentivando a mantener. La elaboración de las artesanías permite a las familias obtener recursos para su subsistencia”, asegura Palacios.