En Andrade Marín, Antonio Ante, se difunde la obra de Gavino Dávila. En abril se presentará los lienzos de Marco Terán. Foto: El Comercio
La ruta ferroviaria de La Libertad, que opera en la provincia de Imbabura, en el norte de Ecuador, no solo posibilita una travesía para conocer encantadores paisajes que parte de los 2 550 metros de altitud, en Otavalo, y desciende a 1600, en la parroquia de Salinas (Ibarra), sino también permiten conocer la cultura de la región.
Las restauradas estaciones de San Antonio, en Ibarra; Andrade Marín y San Roque, en Antonio Ante y Otavalo se han convertido en un escenario para la exposición de artes plásticas, escultóricas y de fotografía.
En la renovada estación de Andrade Marín, en donde está ubicado también el Museo de la Fábrica Textil Imbabura, se exhibe una muestra pictórica del anteño, Gavino Dávila López.
La exposición denominada Una Estética de la Vida, recoge 22 obras en las que predominan la técnica del esfumado con pintura acrílica. Dávila, con 28 años de trayectoria artística, presenta una temática de retratos de personajes, algunos ya fallecidos, y paisajes de esa localidad imbabureña.
La obra de Dávila es un péndulo que oscila entre el neofigurativo y el barroco ancestral; entre lo naturalista y el abstracto; entre la imaginería y la sátira caricutarista, este artista indaga técnicas y temáticas de la cotidianidad, comenta Juan F. Ruales, gestor cultural imbabureño.
“Todas las estaciones constituyen espacios culturales. El objetivo es que sean estaciones vivas que permitan el uso y disfrute de estas manifestaciones”, comenta Ana Villareal, gerente de Ferrocarriles del Ecuador, filial norte.
Las galerías sirven para exposiciones artísticas, como: pintura, escultura, fotografía y poesía.
La Estación del Obelisco, de la capital imbabureña, ha albergado a varias exposiciones. Una de las más recientes es de fotografías antiguas. Foto: El Comercio
En la capital imbabureña, la estación conocida como El Obelisco, se exhibe una muestra de fotografías antiguas ligadas al desarrollo del ferrocarril. Las imágenes, en blanco y negro, congelan algunas de las obras para la consecución de este medio de transporte.
Una de las gráficas, de febrero de 1924, señala que personal militar y mingueros (personas que realizan un trabajo gratuito en común) participan en el inicio de enrieladura del tren.
En esta sala, situada junto a conjunto de oficinas administrativas de Ferrocarriles del Ecuador, fue inaugurada con una muestra del maestro Gilberto Almeida Egas, recuerda Villareal.
Los acrílicos sobre lienzo, en los que utiliza técnicas mixtas, en cuadros de formato pequeño y mediano, con pinturas de diferentes etapas, de más de medio siglo en el arte, que tiene Almeida, atildaron la parada ferroviaria.
En ese espacio también se han mostrado los pasos y andas, una especie de monumentos en madera, de la Pasión de Cristo. Se tratan de las 14 estaciones que fueron esculpidas en madera por los hábiles escultores de San Antonio, de Ibarra.
En Otavalo, la edificación ferroviaria resalta entre las casas del barrio Copacabana. Como la mayoría de estaciones, que fueron edificadas hace más de 85 años, cada una cuenta con área de embarque, desembarque, ventanillas para atención a los viajeros, una zona de cafetería. En la parte inferior se adecuaron los espacios para galería y un restaurante.
El pintor ibarreño César Vinueza Sánchez tuvo la oportunidad de exponer la muestra Expresiones de la Energía. Se trata de 28 obras trabajadas en óleo, acrílico y mixtos.