En el Colegio de Comunicación y Artes Contemporáneas de la USFQ, Santiago Castellanos se abre a una charla acerca de cómo la sociedad reacciona ante las personas diferentes. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
En su oficina, Santiago Castellanos abre un post en su muro de Facebook: un artículo sobre la masacre en la discoteca Pulse, en Orlando. El acontecimiento perturbó los giros del planeta y puso en duda si alguna vez podremos convivir como en una gran jam session, donde cada uno toque por su lado pero exista armonía. Con esa idea, Santiago (escucharlo en sus cursos donde conjuga cine y teorías queer es un deleite) se presta a hablar sobre la integración de las diferencias en la sociedad, o de esa tolerancia que pareciera agotada…
¿La humanidad funcionará como una jam session?
Quiero creer que sí, sino no estaría aquí, no haría lo que hago ni daría las clases que doy. Sí hay mejoramientos, pero no lineales sino que se complejizan. Les pregunto a mis alumnos si las mujeres deberían votar…Sí… Eso es un mejoramiento, porque hace 100 años no se pensaba en las mujeres como sujetos políticos. Sin embargo, todavía vivimos en una sociedad donde si hay problemas económicos en una familia, los padres educan a los niños antes que a las niñas. Pero vamos avanzando y eso me ayuda a pensar que sí podemos llegar a esa jam session, donde las diferencias son posibles.
Se ha avanzado. Pero en este mundo actual, aún existen actos regresivos…
No pretendo contestar por qué pasó este acto (Orlando); pero, en parte, es un ‘backlash’, un retroceso. Han habido avances en EE.UU., en los últimos años, pero se da un ‘backlash’ con grupos que siempre estuvieron en desacuerdo y preparan la contraofensiva. Es parte de un proceso en el cual se avanza y se retrocede, con grupos que cuestionan lo que otros consiguen.
¿La contraofensiva responde a complejos individuales, sociales?
Uno tiende a decir “pobrecito, estaba loco y por eso hizo lo que hizo; pero, como sociedad, estamos bien”. No. Esos ‘locos’ siempre emergen en un contexto determinado; esa propensión a que se te salga un tornillo pudo disparar otras reacciones pero ¿por qué se le ocurrió disparar a homosexuales latinos en una discoteca? Porque en la sociedad hay todo un contexto en el cual existe la posibilidad de odiar a los homosexuales y de hacer una acción que demuestre ese odio. No es la culpa de una sola persona enferma, tampoco la de un estadounidense islámico homofóbico, sino un contexto norteamericano que permite traducirse en un acto para matar a otras personas.
Homosexuales, latinos, de un Occidente que se asume cristiano…
Hay religión, diversidad sexual y diferencia étnica; nunca es fácil cuando las tres cosas se juntan. Hay posturas que se aprovechan de eso para ganar réditos. Por ejemplo, el homonacionalismo es una forma de sentirte superior a otra nación porque la tuya es más civilizada porque acepta a gays y a minorías. Se da esta complejidad cuando aceptar las diferencias te hace pensar mejor que otra persona.
¿Aplicar la tolerancia es un ejercicio de poder?
Definitivamente por eso ya no se habla tanto de tolerancia, porque sientes que es: “Bueno, vente para acá y, con tal de que no molestes mucho, yo te tolero… No se te ocurra cuestionar lo que hago o digo”. En la actualidad se habla de traducción cultural. Pero, más allá y más radical que esa traducción de la diferencia es renunciar a certezas epistemológicas; es decir, renunciar a creer que eres dueño de la verdad, tratar de ver si existe algo que puedo aprender del diferente. La idea es, más bien, incluirte dentro de mí, dejar que tu diferencia cuestione mi postura y establecer una negociación… Una actitud crítica frente a principios que uno cree invariables.
Buscar la inclusión de las diferencias es eliminar el modelo patriarcal…
Ya no es solo inclusión, es llegar a un tercer punto donde, al encontrarme contigo como alguien diferente, creamos un espacio en el cual ya no estamos seguros de lo tuyo o de lo mío, sino que los dos podemos coexistir y nos hemos cambiado mutuamente.
También cuestiona a la democracia en sí…
Por supuesto. Hablar de diferencia ya no es acerca de género, sino sobre economía, religión, política, relaciones internacionales. El feminismo no es solamente sobre mujeres, sino sobre el mundo; las teorías de diferencia sexual ya no son solo sobre gays, sino que nos competen como seres humanos. Poner el deseo al centro de la discusión obliga a preguntar por qué ciertas personas tienen más beneficios en base a su sexualidad; por qué la fe determina que ciertas personas vayan al cielo o al infierno; por qué ciertas personas se vuelven vulnerables al asesinato en virtud de su diferencia…
¿La vía es ponerse en el lugar del otro, asumir el ‘Je suis…’?
Definitivamente tienes que tratar de ponerte en el lugar del otro, pero tampoco te puedes convertir en el otro. No importa que tanto trate de ser empático, siempre hay límites. Incluso el hecho de tener los mismos genitales tampoco hace más fácil tener empatía. Sí es importante ese tratar de ‘jJe suis…’ , pero también hay que ver la diferencia y estar consciente de que esta nos permite una negociación.
Las diferencias son de individuo a individuo…
Cometemos un error al pensar que los seres humanos podemos tener solo tres tipos de sexualidad: homo, hetero o bi; el deseo sexual es más plástico. Algunas personas nacen con un deseo sexual muy preestablecido, en otras cambia a lo largo del tiempo, en otras es fantasía; es decir, si existen seis billones de personas, hay seis billones de formas de desear; poner esa diversidad en tres categorías es ridículo.
¿El camino está en la sensibilización, la concienciación, en las cuotas?
Sí pero no es lo único. Definitivamente no se puede esperar que (Barack) Obama, como negro, solucione el problema de los negros en EE.UU., es un primer paso y eso abre otras luchas. Entonces, es una constelación que debe suceder, pero siempre toma generaciones. Es interesante ver cómo ciertas generaciones hablan de cosas que sus padres no tratan en la misma mesa del comedor.
¿Para la integración de diferencias es más necesaria la razón que la emoción?
Definitivamente cómo reaccionamos ante las cosas, depende de cómo aprendemos a reaccionar frente a ellas; entonces, si vives en un contexto donde te dicen que la diferencia es mala, tu reacción va a ser negativa ante la diferencia; pero si estuviéramos en una época distinta nadie tendría por qué reaccionar negativamente hacia algo naturalizado. Ahora vivimos un momento histórico social, donde todavía existe una construcción de la diferencia como algo negativo; pero el tema está sobre el tapete, por lo cual ya es un avance.
¿La integración de diferencias, todavía se piensa como un deber ser?
Sí. O sea piensas que hay que ser abierto, pero nunca crías a tus hijos para que sean homosexuales, no estás diciendo: “que lindo mi hijo va a ser gay”. Ahí viene lo insuficiente de la tolerancia. Dices: “bueno, si es que es homosexual, lo toleraré, ¿qué más toca?, le voy apoyar”, como si fuera un gesto de bondad. No hemos sobrepasado ello, tenemos que construir la diferencia como algo deseable y eso es un cambio de principios muy radical.
¿En ese cambio de principios, lo que antes era poder se convertiría en ‘el otro’?
Todavía no estamos en ese punto. No lo veo como un problema y si todos los diversos pueden competir en igualdad de condiciones entre sí, pues que así sea. Todavía un hombre mediocre puede ser exitoso, pero una mujer para ser exitosa tiene que ser súper mujer; lo mismo con minorías étnicas. No veo cercano el día en que minorías se vuelvan mayorías y se vire la tortilla.
La discriminación positiva es vista como modelo de integración y equidad; pero discriminación al fin…
Hay discusión al respecto. Primero hay que determinar que la discriminación positiva se hace en un momento, porque históricamente hay grupos que si no hubiese existido no tendrían acceso. Creo en el beneficio que ella implica, es necesario estar conscientes de que vivimos en un país en el que no todos acceden a recursos de una forma igualitaria. Pero lo más importante que pretende la discriminación positiva es cuestionar los estándares que privilegian a unos más que a otros. Cuestionas el estándar, tus principios.
¿Se reacciona con culpa ante la diferencia?
Sí, hay cierta responsabilidad. Estoy convencido de que vivimos en un contexto en el que se nos enseña a pensar de manera sexista, racista, homofóbica y clasista. Prendes la TV y ves qué tipo de personas están representadas como buenas y malas; con ese acto ya estás en un contexto donde lo deseable y lo no deseable tiene cierto género, raza, clase social. Las personas diferentes también promueven formas de exclusión, porque todos aprendemos en ese contexto que ya es excluyente: todos somos culpables.
Santiago Castellanos
Quito, 1967. Decano del Colegio de Comunicación y Artes Contemporáneas de la Universidad San Francisco de Quito. Ph. D. en Estudios Culturales por la University of California, Davis, EE.UU. Msster en Estudios Interdisciplinarios, en la San Francisco State University. B.A. en Psicología (USFQ). Especialista en cine, comunicación, teorías queer…