No se necesitan terrenos amplios para crear los huertos. Se pueden sembrar algunos productos en contenedores, llantas recicladas o en forma vertical. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Para el 2030 casi el 60% de la población mundial vivirá en las zonas urbanas, según pronósticos del Banco Mundial. Naciones Unidas ha identificado dos causas para este proceso: la persistente preferencia de la gente a mudarse de las áreas rurales a las urbanas y el crecimiento de la población para los próximos 35 años.
“¿Quién va a trabajar el campo y cómo vamos a alimentar a tanta gente que vivirá en las ciudades?”, se pregunta Hansjörg Götz, gerente operativo para América Latina de la certificadora de productos orgánicos Kiwa BCS. La respuesta, según el especialista, está en las mismas ciudades a través de huertos urbanos agroecológicos. El especialista llegó a Quito a dar una conferencia en el marco de la cumbre Hábitat III sobre vivienda y desarrollo urbano sostenible en Quito.
En la capital existen precisamente 2 500 huertos urbanos agroecológicos que se han implementado con el apoyo de un proyecto municipal. Conquito cuenta con Agrupar, una iniciativa que da capacitaciones a las personas interesadas y les ayuda en el desarrollo de su propio huerto. La superficie que cubren estas iniciativas verdes es de 29 hectáreas.
Dentro del espacio urbano de la ciudad, en el que las áreas verdes están concentradas principalmente en los parques, las casas se han convertido en áreas de producción. Las familias no solamente pueden sembrar alimentos para su mesa, sino también para la comercialización en mercados públicos. Además, pueden acceder a certificaciones que garantizan la calidad de sus productos.
Pablo Garófalo, técnico de Agrupar, explica que se fomenta la diversidad de cultivos. “Esto no solamente ayuda a tener una mejor nutrición sino que permite la conservación de los suelos”, asegura.
Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Para sembrar papas, por ejemplo, se puede utilizar neumáticos viejos. En lugar de acumularlos en una terraza o bodega, se puede colocar tierra y producir alimentos. Asimismo, si existe una pared en casa que esté desocupada se puede armar una estructura vertical. Una opción es usar tubos PVC. Se hacen dos agujeros en cada tubo y se coloca tierra y semillas.
Las personas que cuentan con terrenos también pueden aprovecharlos. Pueden armar pequeños invernaderos con materiales reciclables para producir tomates o fresas.
En Conquito cuentan con varios huertos demostrativos donde se imparten las clases. Se habla de la siembra, el cuidado de la tierra, la cosecha, los abonos y el mantenimiento de los productos. En noviembre se iniciará el sexto taller del año. En el 2017 planean abrir 12 cursos al público.
Götz también reconoce que la agricultura urbana puede tener un papel fundamental para manejar los residuos. “La basura es un problema de todas las ciudades y nos cuesta mucho dinero”, explica. Con la agricultura urbana se pueden reciclar los desechos orgánicos para crear abonos para los cultivos de los huertos.
Además, la producción puede ser tan variada para cumplir con algunas necesidades nutricionales. En una parcela pequeña se pueden sembrar varios tipos de lechuga, rábano, brócoli, remolacha, apio y perejil. Basta un contenedor pequeño de 80 centímetros de largo y 40 de ancho, asegura Garófalo.
Hábitat III diseñó el modelo hacia donde deben ir las ciudades. “Es muy importante que el ser humano no pierda la conexión con la tierra y con la producción agrícola”, concluye Götz. Con esta herramienta se podría alcanzar soberanía alimentaria mientras se contribuye al ambiente.