La caña guadúa predomina en la fachada del Hotel Zaracay. Foto: Juan Carlos Pérez/ EL COMERCIO
Para preservar la cultura de la nacionalidad Tsáchila, en tres negocios turísticos de Santo Domingo se han realizado construcciones similares a los templos y viviendas típicas de la etnia.
En estos lugares predominan los espacios verdes y las construcciones rústicas elaboradas con pambil, caña guadúa y paja toquilla.
En la hostería Kasa Dasa, ubicada en el kilómetro 3 del baipás Quito-Quevedo, seis cabañas y dos salones para eventos se levantaron con esos materiales que, al ser típicos de la zona, son más económicos que el cemento.
El constructor Fabián Velasco aseguró que en una cabaña de 10 m² se invierten alrededor de USD 600, mientras que una de cemento y baldosa puede costar hasta USD 1 500 por m² . “Esos materiales necesitan mayor mantenimiento y la vida útil es de hasta 15 años, que es la mitad de una cabaña levantada con cemento”.
Pero Héctor Aguavil, exgobernador tsáchila, aseguró que en la comunas las viviendas se mantienen hasta por 100 años. Según la tradición tsáchila, para cortar el pambil la luna debe estar en menguante, cuando la savia está baja. Los nativos afirman que si no se hace así, la madera se humedece.
Para evitar humedad, en el Hotel Zaracay las construcciones se hicieron en cemento, pero la fachada fue recubierta con caña guadúa, que dura 15 años. El interior de las habitaciones tiene un estilo moderno y minimalista.
En el Grand Hotel Santo Domingo, el salón ecológico fue levantado con pambil y paja toquilla, para emular los templos tsáchilas. En los pasillos se encuentran fotografías de tsáchilas en sus comunas.