Una de las preocupaciones actuales es encontrar sistemas constructivos que abaraten los costos de la vivienda.
Esto es especialmente crítico en los países, ahora llamados emergentes, como el Ecuador. ¿Cómo lograr este abaratamiento? Pues buscando sistemas alternativos al tradicional de hormigón armado.
Los prefabricados se han mostrado eficientes en ese sentido. Existen varios sistemas de este tipo que se han mostrado idóneos para conseguir viviendas resistentes a los esfuerzos de complexión, presión y sísmicos. Existe, asimismo, un grupo de arquitectos y constructoras que ha decidido aplicarlos, con buenos resultados.
Estos sistemas cumplen con las normas Inen e internacionales para estas construcciones y superan los 210 kg/cm² exigidos como resistencia para muros y mamposterías.
Los casos son varios: Ferroinmobiliaria levanta su Ciudad Jardín mediante el sistema de muros armados. Mutualista Pichincha maneja con solvencia dos modelos: el de paneles de poliestireno expandido reforzado con malla electrosoldada (M2) y el de módulos prefabricados de hormigón de Casa Lista.
Casa Mía propone un sistema de ecobloques de hormigón, los cuales se arman como legos. El taller GEArquitectura, de los esposos Zeas-Espinosa, trabaja con éxito el geobloque, un adobe de tierra y cemento reforzado con varillas de acero que mejoran la sismorresistencia.
Esos son algunos ejemplos; existen varios más levantando viviendas en todo el territorio nacional.
Solo falta una cosa para que estos sistemas sean totalmente eficientes: que convenzan a los compradores nacionales, tan insertados en la ‘cultura del concreto’, de que son iguales o superiores al hormigón armado. Cosa difícil por nuestra idiosincrasia.