Hoppo estuvo la noche de este 2 de agosto en el evento Villa de las Artes, en el Itchimbía. Foto: EL COMERCIO
La banda saludó con los quiteños cuando la luz natural se había apagado en lo alto del Itchimbía, en Quito. Eran las 20:00 y Hoppo cerraba el segundo día de fiesta en la Villa de las Artes, el 2 de agosto del 2015.
El también vocalista de Café Tacvba, Rubén Albarrán, salió al escenario. Entre las luces bajas de colores fue fácil distinguirlo por su largo y enmarañado cabello hasta los codos, que lo hacía ver aún más flaco de lo que es. Vestía de negro completo por México, por sus masacres y asesinatos sin resolver.
Apenas el viernes pasado, la noticia de que el fotoperiodista Rúben Espinosa fue asesinado con un tiro en la cabeza pegó fuerte. Él se había autoexiliado de Veracruz tras denunciar amenazas. Su muerte sumó cruces en México, tierra natal de Albarrán.
“Ahí cada 26 horas un periodista es agredido”, recordó el vocalista. Lo ocurrido con Espinosa levantó protestas en varias ciudades de México y el eco llegó hasta el Itchimbía. Un grupo de jóvenes subió hasta la cima del cerro con carteles donde se condenaba el asesinato.
Albarrán pidió que las cartulinas se coloquen en el escenario, luego de recordar a otro sin vida, perseguido de la dictadura chilena, compositor y cantante social. Hoppo interpretó a Víctor Jara con Te recuerdo Amanda. Le puso un estilo diferente; mezcla de rock y sonidos andinos.
Por la mañana y tarde, en la antesala del verano de las artes que se desarrolla durante agosto en la capital, estuvieron en el miamo escenario grupos como Jatari, Los Nin, Curare y también Mateo Kingman.
Hoppo cantó a la tierra, a la lucha social, al amor por las mascotas y también al movimiento indígena, con Canción para mi América. Coincidió con el inició de la movilización indígena convocada por sectores de oposición al Gobierno del presidente del Ecuador Rafael Correa.
En el fondo del escenario se colocó una pequeña pantalla con un contador. Marcaba el tiempo que le quedaba a Hoppo para terminar su presentación. La hora y media se consumió rápido, como los cigarros sin marca, escandalosos al olfato, que se encendieron durante el concierto.