La historia leída desde la locura de sus protagonistas

Anita BermeoPersonaje del siglo XX que fue llamada ‘La Torera’.

Anita BermeoPersonaje del siglo XX que fue llamada ‘La Torera’.

Anita Bermeo. Personaje del siglo XX que fue llamada ‘La Torera’.

¿Qué tienen en común una piadosa mujer colonial que vive en el constante martirio, otra que se enfrenta a la selva amazónica para encontrarse con su amado o un poeta que transita diariamente entre el insomnio, la depresión y el alcoholismo? Pues aparentemente nada, sin embargo, en estos y otros casos de la historia ecuatoriana, el investigador y académico Gustavo Vega Delgado encuentra esas pequeñas similitudes que permiten enlazar a personajes variopintos de los siglos XVII al XX.

Vega Delgado es el autor de ‘Locura, suicidio, conductas desviadas y personajes extravagantes’, un libro en el que repasa la vida de hombres y mujeres que han sido parte de la construcción del imaginario ecuatoriano. En este proceso de revisión histórica, él hace un análisis psiquiátrico a partir de elementos como anécdotas, escritos y reflexiones sobre quienes protagonizan su más reciente publicación.

Antes de comprender el libro, vale la pena conocer al autor. Cual si fuera un personaje propio de la Ilustración, Vega Delgado ha incursionado académicamente en áreas relacionadas con las artes, la filosofía, la psiquiatría, la medicina, la psicología, la historia y los derechos humanos. Como un ratón de biblioteca, él ha escudriñado archivos públicos y privados para encontrar aquellos detalles que bien habrían quedado como meras anécdotas, pero que, en conjunto, ayudan a crear nuevos relatos sobre la historia nacional.

En este libro, el lector se encuentra frente a una narrativa poco usual de los hechos y personajes del pasado. Gracias al concepto de microhistoria, el autor va revelando elementos que han quedado relegados o desechados por la gran historia, dándoles una nueva interpretación en conjunto con la psiquiatría. De ese modo, en sintonía con el nombre de la publicación, se hace una aproximación a esa idea tradicional de locura para, posteriormente, repensarla mediante teorías más actuales.

Si bien la gran historia es una de las vías para entender los procesos de construcción de la identidad de los pueblos y naciones, la microhistoria, igualmente, nos permite conocer a través de personajes, acontecimientos o cuestiones personales que bien podrían pasar desapercibidos, una rica información para construir el relato histórico.

Una de las ventajas de ver a la gente y sus hechos a través de este enfoque es que permite dilucidar otros escenarios e influencias del comportamiento social. En ese sentido, uno de los hechos que sin duda generará controversia entre los devotos católicos acérrimos es la hermenéutica que hace de la vida y comportamiento de Mariana de Jesús.

Si bien la santa quiteña ha sido objeto de una extensa veneración, sobre todo en su ciudad natal, a Vega Delgado no le basta el simple relato hagiográfico. Es entonces el momento en que empieza a analizar su comportamiento, sugiriendo, aunque sin decirlo explícitamente, cierta tatefilia o afecto a ser enterrado, debido a su gusto por dormir en un ataúd.

Asimismo, y basado en estudios más actuales, él analiza los hábitos de alimentación de la ‘Azucena de Quito’, y encuentra una predisposición “a un cambio hidro-electrolítico de organismo que dispara reacciones mentales patológicas”.

Otro personaje femenino que es parte de su análisis es Isabel de Godin, una icónica ecuatoriana que fue la única que sobrevivió a un inclemente viaje desde Riobamba hasta el océano Atlántico a través del Amazonas. Lo que Vega Delgado llama propiamente como la “odisea de Isabel de Godin”, es visto por el investigador como una “verdadera locura de amor”. ¡Y quién podría contradecirlo! Incluso ahora, más de dos siglos después de la andanza en una canoa apenas funcional, resulta difícil emprender una travesía como esta en medio de uno de los territorios más inhóspitos del planeta y solo por el simple hecho de ir al encuentro de un amor.

Pero hay otras microhistorias en las que el autor trabaja con detenimiento, sobre todo en dos personajes que, separados por el tiempo, están unidos por las letras: Pablo Palacio y César Dávila Andrade.

En el caso de Palacio, el historiador y psiquiatra realiza una lectura de su vida y la compara con su producción literaria para encontrar, en los pequeños detalles de un escrito o de un acontecimiento, los rastros de un trastorno mental que lo llevarían, en la década de 1940, a pasar entre médicos, psiquiatras y clínicas especializadas (manicomios).

Lo primero que Vega analiza es el accidente que sufrió Palacio de niño. La fuerza del río causó un golpe, produciendo un trauma craneoencefálico “que le marcará a lo largo de su corta vida, avivando el fuego de la locura”, escribe.
Páginas más adelante, el historiador acierta en decir que “la literatura (de Palacio)es fuente de información psiquiátrica”. Así, en la obra ‘El antropófago’ interpreta que “el sadismo extremo toca niveles del teatro del absurdo a lo Ionesco”. Y en ‘Vida del ahorcado’ muestra también cómo el autor y el personaje central de su obra revelan esas “dosis extrañas” de entender el mundo y su complejidad.

Pero quien recibe un trato especialísimo en el análisis de Vega Delgado es César Dávila Andrade. En 41 páginas del libro, hace un análisis exhaustivo para comprender la manera en que se entrelazan la poesía y la vida personal.
“Su personalidad, usualmente tímida, arrancaba explosiones temerarias y lenguaje altisonante bajo el efecto del alcohol. La psiquiatría clínica podría ensayar el diagnóstico de “ebriedad patológica”, o “borrachera patológica””, escribe el autor al respecto.

En pasajes como “a flor de insomnio. He perdido la noción”, “mis ojos hechos para ver la nada”, “los muertos y los locos miran, a veces, / tu campanario que arde sin disminuir”, Vega halla esos elementos de una personalidad compleja.
A través de estos y otros personajes , entre ellos ‘La Torera’, el ‘terrible’ Martínez, Los Montesinos, la ‘Loca Carlota’, etc., el lector llega a comprender que “la locura universal se repasa a través de ejemplos paradigmáticos”. Aquí aparecen casos que transitan entre lo bufonesco y lo anecdótico, pero hay otros, como el de Dolores Veintimilla, que destacan por no solo por la compleja situación en la que se desarrollaron, sino que, de cierta manera, son una muestra de que el acoso social ha sido una peligrosa constante en contra del bienestar mental.

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