Trayectoria. Himelda Villota es médica nutrióloga. Tiene una maestría en nutrición. Es docente de nutrición y humanidades médicas en la U. Central y está a cargo de la tutoría de los estudiantes que realizan gestión en salud.
El año pasado, el Ministerio de Salud expidió el Reglamento Sanitario de Etiquetado de Alimentos Procesados para Consumo Humano y ahora ya hay los primeros productos con las alertas sobre el contenido de sal, azúcar y grasas. Sin embargo, en la tabla nutricional constan las concentraciones permitidas de “grasas totales”, pero no se marca una diferencia entre las buenas y malas.
¿Cómo los usuarios pueden valorar correctamente un producto si no se dispone de una información más específica?
Estos semáforos son unas guías nutricionales que sirven para facilitar el consumo de nutrientes. Es un mecanismo de alerta, no es un etiquetado nutricional que nos dice ‘tiene tal porcentaje de grasas saturadas, insaturadas o monoinsaturadas’.
¿Al no haber esa diferenciación no hay el riesgo de que los alimentos con ‘grasa buena’ tengan una etiqueta roja?
Entiendo que en la parte frontal se va a colocar un círculo verde, amarillo o rojo de acuerdo a la cantidad de nutrientes que tenga el alimento, pero en la parte posterior va haber una etiqueta en la que se visualice la cantidad de grasas detalladamente.
¿Cuál sería entonces el objetivo de los semáforos nutricionales?
Pretenden que las personas tengan un consumo más adecuado para prevenir los problemas de sobrepeso, obesidad y la ingesta excesiva de sal. Además, sirven para que las personas de una manera simple puedan darse cuenta del contenido de los nutrientes en los alimentos. El problema de las etiquetas nutricionales es que la gente no sabe leerlas. Necesitan un nivel de conocimiento para que sean leídas e interpretadas correctamente.
¿Por qué el etiquetado se focaliza únicamente en las grasas, el azúcar y la sal?
Porque el sobrepeso y la obesidad ocasionan problemas de salud como la diabetes que es una de las principales causas de muerte en el Ecuador. La hipertensión y la diabetes son las enfermedades silenciosas, porque las personas pueden padecer estos problemas y no lo saben, y por cualquier otro problema de salud van al hospital y ahí les detectan.
¿Qué dicen las estadísticas al respecto?
En el 2004, el 22% de los adolescentes del área urbana tenían entre sobrepeso y obesidad. Esa misma población en la actualidad tiene el 26%. O sea que más de la cuarta parte de los adolescentes está con sobrepeso y obesidad. Ya estamos llegando a niveles de países desarrollados. Nosotros no hemos resuelto nuestros problemas con las deficiencias (desnutrición) y ya tenemos otros con los excesos.
Se dan al mismo tiempo dos fenómenos: la obesidad y la desnutrición…
Claro, vivimos una transición nutricional. No hemos podido superar los problemas de la desnutrición aún.
En el tema de la sal, la OMS también ha pedido que reduzcan los niveles de consumo…
Esto puede producir hipertensión. Los ‘snaks’ tienen grandes cantidades de grasa, azúcares simples y sal. Esa sal no se cuantifica, las personas que están consumiendo no se dan cuenta de la cantidad de sal que están ingiriendo con esas pequeñas cantidades de alimento.
¿Con base en qué parámetros se establecen los indicadores para determinar el semáforo en los alimentos para consumo humano?
Eso depende de las recomendaciones nutricionales. Según los estudios realizados se habla de que en una dieta normal los carbohidratos deben ir entre un 55 a un 60%, las grasas de un 25 a un 30%. Y el consumo de sal debe ser máximo de 5 gramos al día tomando en cuenta que los alimentos de por sí tienen sodio.