Los chagras como los de la hacienda Macají, en Riobamba, visten sus atuendos tradicionales y llevan sus riendas durante sus actividades diarias en los páramos. Foto: Ángel Barona para EL COMERCIO
Montar a caballo, rodear al ganado y cuidar de los páramos son solo algunas de las responsabilidades que cumplen los chagras. Así se denomina en kichwa a los hombres que cumplen a diario con las faenas del campo.
Este personaje, que surgió con el mestizaje y la llegada de los españoles, fue reconocido por el Municipio de Riobamba como patrimonio cultural intangible local. La declaratoria se publicó hace dos semanas y se hizo con el objetivo de salvaguardar la tradición.
“Esta pasión por el campo y el cuidado de los animales la heredamos de nuestros padres y abuelos. Cada familia ha luchado por conservar intacta la fiesta del chagra y por transmitir a sus hijos esta tradición”, cuenta Alfonso Falconí, presidente del Centro Agrícola de Chimborazo.
Para esta organización, la declaratoria es un paso importante en la protección de la tradición chagra. Según ellos, en la última década las creaciones de los artesanos que elaboran la indumentaria para el jinete y el caballo empezaron a desaparecer del mercado.
Además, temen que las iniciativas de los activistas que se oponen a las fiestas taurinas y al rodeo empañen la tradición. “Ahora esta fiesta está protegida y eso es una garantía de que se conservará para las siguientes generaciones”, dice Falconí.
En Riobamba, el rodeo del chagra se hace dos veces al año, en abril y noviembre, por la independencia de la urbe. Durante los días de fiesta, decenas de jinetes arriban a la ciudad montando sus caballos y con su atuendo tradicional.
En la fiesta se hacen concursos de lazo, doma de potros y otras pruebas para medir la habilidad de los jinetes y su destreza para manejar la beta y atrapar al ganado bravo.
Estos concursos son un homenaje a las tareas que los chagras cumplen todos los días en sus propiedades. “Un buen chagra debe saber de veterinaria para cuidar a sus animales, debe conocer bien los páramos y ser un buen jinete”, cuenta Félix Jaya, de 51 años.
Él heredó ese oficio de su padre Luis y lo transmitió a sus hijos y nietos. Ellos aprendieron todo sobre el trabajo del campo desde los cinco años.
Los chagras de Chimborazo visten un poncho de lana de borrego, un sombrero de ala corta, hecho de paño, un zamarro de piel y una bufanda. Estas prendas se utilizan para evitar el clima gélido de los páramos y para proteger al jinete.
Esta vestimenta es similar a la que utilizan los indígenas de la etnia Puruhá, pero se diferencia por los ponchos multicolores. “Cabalgar en el páramo no es una tarea fácil. Se requiere ropa bien abrigada y amor por la naturaleza”, opina Israel Ortega, otro chagra.
La indumentaria especial que utiliza el caballo también es otro rasgo particular del chagra de Chimborazo. La montura de cuero está diseñada para soportar largas horas de cabalgata. También incluye tarabas cerradas para evitar heridas en los pies al recorrer los pajonales altos.
Las riendas requieren más trabajo. Elaborarlas le puede tomar al talabartero hasta seis meses, pues se elabora con cuero crudo de res.
“El movimiento económico alrededor de la fiesta del chagra también es un aspecto importante de esta tradición y uno de los parámetros que el Cabildo consideró para hacer esta declaratoria”, dijo el concejal Rodrigo Montero, presidente de la comisión de Patrimonio y Cultura.
Patrimonio
El 28 de enero habrá un festejo en la Quinta Macají.
Investigación
Los rasgos de los chagras los estudió el Centro Agrícola.
Otra primicia
Riobamba es la primera en declarar este patrimonio.
Festejo
La celebración de fin de mes será con un rodeo gratuito.