Si hay una huella, un rastro de identidad, en el tiempo de Guillermo Muriel, fallecido la tarde el jueves 24, y su obra es la ausencia de prisas. Su hijo Álvaro Muriel adopta, quizá inconscientemente, ese paso a contratiempo por mostrar y adaptarse a un relojero impuesto por los cánones de la productividad. Su documental ‘Las pasiones de Muriel’ (20′, 2014) tuvo su pre-estreno el sábado 5 de julio en la Cinemateca Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, el lunes 28 está prevista una proyección de la cinta en la Cinemateca.
‘Las pasiones de Muriel’ es un documental narrado íntimamente, hecho para completar la entrega del libro ‘Muriel’ (2014). Su objetivo principal es contar, con pasajes visuales familiares, la relación afectiva entre padre e hijo, la admiración del hijo al padre y la tarea de hacer justicia a la trayectoria oculta de uno de los artistas ecuatorianos más prolíficos del siglo XX, así lo señala Álvaro Muriel.
La voz personal de Álvaro, constante en los 20 minutos del documental, abre el filme con una clara advertencia: pese a considerar a Guillermo Muriel un gran artista, le es inevitable acercarse al mundo del dibujante y pintor desde la primera persona. De este modo, el ejercicio documental se legitima como una película de corte íntimo, acercando rasgos de la obra y personalidad de Guillermo a quienes no lo conocieron en persona.
Ya hace 15 años Álvaro recogió material para elaborar un documental sobre su padre. En una de las grabaciones el hijo le pregunta porqué la falta de interés en darse a conocer y ser reconocido. Guillermo responde que la pintura, el arte en general, no es mercadería aunque sea lo correcto vivir del oficio propio. Sin embargo es lamentable recurrir a una misma fórmula funcional para adaptarse a las convenciones.
Belém, su hija, revisa sentada junto a Guillermo papeles almacenados en cientos de carpetas. En otra ocasión observa con Álvaro cuadros apilados en una bodega, parte importante y extensa de la faceta pictórica de su padre. La expresión del rostro de Belém Muriel es segura y seria en el momento en que revisa dibujos, acuarelas, pinturas y bocetos para la selección del libro. El proceso se manifiesta, sutilmente, como un ejercicio doloroso; sin exageraciones, cientos de obras quedarán afuera de las 200 páginas del libro.
En un breve recuento, Guillermo Muriel habla con entusiasmo de su amor por Quito y Esmeraldas, recuerda su paso por la Escuela de Bellas Artes y, a manera de oración, dice que su condición para la vida es vivir intensamente. La voz del director del filme irrumpe para recordarse que una de las grandes enseñanzas que ha dejado la obra de su padre es desarrollar su sensibilidad.
‘Las pasiones de Muriel’ forma parte del libro que se presentó en el marco de la exposición retrospectiva de Guillermo Muriel ‘Vivir para pintar’. La muestra permanecerá abierta hasta el 30 de octubre en la Sala Joaquín Pinto de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.