Carlos Figueroa expuso sus trabajos de la serie ‘Gravity’ en un patio en ruinas de una casa comunal del Suburbio, en Francisco Segura entre la 44 y 45. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO.
En las ruinas de un traspatio nocturno, en una casa abandonada del suburbio oeste de Guayaquil, con el sonido de hojas secas aplastadas por los espectadores, Carlos Figueroa, de 24 años, abrió su exposición de pinturas coloristas ‘Gravity’, con manchas y superposiciones resaltadas por la luz de los reflectores.
El artista, estudiante de la clase Poéticas Pictóricas II, de octavo semestre de artes visuales de la Universidad de las Artes (UArtes), trabajó el conjunto de siete obras por tres meses en una sala del Museo Antropológico y Arte Contemporáneo de Guayaquil (Maac). Trabajó a la vista del público y en contacto con sus compañeros, entre ellos jóvenes artistas laureados.
El mismo camino -inverso al de la producción habitual que va del taller al museo-, recorren también los trabajos de 37 jóvenes artistas que desde la sala del Maac propagan su arte hacia 23 sitios de Guayaquil, algunas de las galerías más importantes, pero también hacia espacios poco convencionales. Las muestras se han estado inaugurando desde el martes 20 de septiembre y se abrirán hasta este martes 4 de octubre, con tiempos de exhibición desde dos días hasta una semana.
“La idea fue convertir a la ciudad en una suerte de plataforma de exhibición, donde el Maac, donde se generaron las obras y se produjeron las piezas, se expanda y se atomice por la ciudad Guayaquil”, explicó el artista Saidel Brito, docente de la UArtes, y coordinador del proyecto.
Figueroa, uno de los primeros en abrir su muestra, se enfrentó a los archivos fotográficos familiares con el objetivo de recrear esos recuerdos y proponer nuevos mundos e interpretaciones en sus lienzos. “La pintura se libera desde la mancha, el error, desde esas partes inacabadas. Y ganan mayor fuerza, esa expresividad que quizás una vieja foto familiar no tiene”, explicó.
Rober Pincay expuso pinturas, escultura, instalación y video en la Asociación de Pobladores Suburbanos Camino al Progreso, en Rosendo Avilés y calle 43, en el suburbio de Guayaquil. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
El trabajo destaca una fuerte paleta de colores y la sobreposición de diferentes momentos y lugares captados en las fotografías. Todo en el marco de las ruinas y el abandono del lugar de exhibición.
Roger Pincay, 26 años, fue otro de los artistas que decidió abrir su muestra en el Suburbio y poner a dialogar su obra con la añosa casa comunal de la Asociación de Pobladores Suburbanos Camino al Progreso. “Todo mi trabajo reflexiona sobre este clima suburbano, coloquial, vernáculo. Es un común denominador. Era natural exponer aquí, a pocas cuadras de donde vivo”, dijo.
Pincay y Figueroa hacen parte del colectivo Preludio, un espacio cultural en construcción del suburbio, que busca crear espacios alternos para el desarrollo de proyectos de jóvenes artistas y su vinculación con su comunidad.
En la muestra ‘El sueño y la anciana’, Pincay trabajó pinturas, instalaciones en papel y esculturas de cemento en torno al colchón como elemento pictórico, en una referencia a los viejos colchones que amanecen en las calles de la ciudad.
“Quería destacar la categoría estética de la ironía, a través de la revisión de algunos cuentos infantiles como ‘Ricitos de oro y los tres osos’, en su vieja versión, ‘La anciana y los tres osos’, de donde sale el título de la exposición”, explico el artista.
Una de las obras es un viejo colchón elaborado en cemento que asemeja a uno real, y que fue abandonado en la calle, lo que dio a pie a un video exhibido en el patio de la casa comunal. “Mi trabajo hace señalamientos a fenómenos de mi esfera cotidiana. Y me interesaba ese giro irónico en el cual aparece emplazado en un lugar un colchón, como pasa todo el tiempo. Quienes lo fueron a recoger se llevaron un fiasco”, dijo Pincay, ganador en 2014 del primer premio del Salón de Junio, de Machala.
Las exposiciones se abrieron inclusive en el barrio o la casa de algunos de los estudiantes o profesores de la UArtes. En la casa de la profesora María Mercedes Salgado, en las faldas del Cerro Santa Ana, expusieron artistas como Andrea Vivi Ramírez, que en ‘La delicada situación’, propuso reproducir partes de los diseños del piso de una habitación o de la colcha de una cama, en acrílico sobre lienzo y recortes de tela pintada, o en hilos pintados y bordados.
“No hay 37 galerías en la ciudad. Y pensamos que los proyectos pudieran también ajustarse a los espacios, cada artista fue construyendo su curaduría a partir de la obra, eligió el espacio de exhibición en función del trabajo, de su investigación”, agregó Brito.
El proyecto busca también entablar nuevos recorridos y otro tipo de relación del público y con el espacio circundante. Los artistas participantes destacan el espíritu de competencia e intercambio que vivieron en las semanas de taller y convivencia en el Maac.
Hubo espacio hasta para la venta de obras de arte, refiere Pincay, que dijo que el público se interesó en el diálogo pero también en compra temprana de obras.