HEDI rescata danza y ritmos indígenas

El Grupo HEDI en cada una de sus presentaciones resalta la vestimenta autóctona de las comunas que representa.

El Grupo HEDI en cada una de sus presentaciones resalta la vestimenta autóctona de las comunas que representa.

El Grupo HEDI en cada una de sus presentaciones resalta la vestimenta autóctona de las comunas que representa. Foto: Cortesía Grupo HEDI

El grupo Herencia Ecuatoriana de Danza Indígena (HEDI) cuando sale al escenario con sus trajes coloridos representando a los pueblos andinos de Tungurahua, Cotopaxi, Imbabura, Pichincha o Cañar el público los aplaude.

Es una de las agrupaciones que busca, a través de la investigación, que la danza que muestran sea lo más cercano posible como una forma de trasmitir la cultura de cada una de las etnias indígenas del país.

En las coreografías muestran las tradiciones y costumbres de los pueblos andinos. “No copiamos; indagamos a los taitas y mamas de las comunidades; son ellos quienes no enseñan. Luego los estilizamos sin que pierdan la esencia del baile. Es más, en las comunas los artesanos nos confección de los trajes tejidos con lana de borrego en sus telares”, explica Jorge Moreta, director y fundador del grupo HEDI.

Herencia Ecuatoriana se fundó hace 25 años y actualmente cuenta con 28 bailarines de entre 15 y 40 años. “Nos reunimos un grupo de jóvenes para fomentar y recuperar la danza en las comunidades y contamos con el apoyo de la Casa de la Cultura Núcleo de Tungurahua. Ritmos como el Sanjuanito, el Albazo, el Capishca, la Tonada, el Chaqui punta o baile con la punta del pie, son parte de las coreografías”.

Constantemente participan en las fiestas y festivales populares para recoger esos conocimientos ancestrales de cada sector para luego representarlas, sin antes pedir permiso a los comuneros.

Así surgió la coreografía de la Rotura del Cántaro o el ‘Entierro del Niño Salasaka’ (Uyumpaki en kichwa). Moreta señala que su significado es importante porque se representa el entierro del infante muerto. Acompañan familiares y amigos para despedirlo. Luego viene el baile y el aguardiente. “Es de alegría la tradición de los salasakas cuando muere un niño, porque piensan el angelito va al cielo”.

Tras esa representación, bailan el chaqui punta vistiendo los trajes autóctonos de la comunidad que es anaco y blusa blanca, chumbi (Faja en español), bayeta color morado y sombreo verde obscuro en la mujer como luto. Eso les tomó más de seis meses de investigación, comenta Moreta.

Otro coreografía representa a los chagras de la comunidad Llangahua, del cantón Ambato. La vistosidad de los trajes y del baile les llamó la atención y decidieron ponerlo en escena como una tradición.

Uno de bailarines es Patricio Valle. Está en el grupo hace seis años. Cuenta que es importante conocer y transmitir al público la cultura de cada uno de los pueblos andinos.

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