Cuatro mujeres emprenden un viaje, lleno de diversión y conflictos, que pondrá a prueba su amistad. Foto: outnow.ch
Calificada como una película para mayores de 18 años, ‘Girls Trip’ aparece en la cartelera de esta semana como una comedia atrevida, que aprovecha al máximo la química que fluye entre sus protagonistas, para darle un aire de frescura a un lugar comúnmente transitado.
A primera vista, la cinta dirigida por Malcolm D. Lee recae en la historia de un grupo de amigas que, tras años sin verse, se reencuentran con la esperanza de renovar sus lazos de amistad durante un viaje lleno de sorpresas y aventuras.
Sin embargo, los guionistas Kenya Barris y Tracy Oliver -creadores de la serie de comedia ‘Black-ish’- hicieron algo más inteligente que simplemente poner a un elenco femenino en lugar de uno masculino, frente a un argumento que fácilmente remite a cintas como ‘¿Qué pasó ayer?’ o ‘Son como niños’.
Esa intención de entregarle el protagonismo al talento femenino se extiende hacia un compromiso por la diversidad racial (con un elenco afrodescendiente) y una mirada atenta a la dinámica de clases. Elementos que se van decantando y matizando en la relación que se establece entre cuatro amigas.
Ryan (Regina Hall), una mujer sofisticada que vive el sueño de un matrimonio perfecto con una estrella de fútbol americano y que está a punto de alcanzar la cumbre de su carrera como escritora. Lisa (Jada Pinkett) es una profesional dedicada y una madre soltera que mantiene sus reservas.
Sasha (Queen Latifah) es una periodista con una carrera truncada que ha encontrado en un blog de chismes una manera de solventar sus necesidades diarias. Dina (Tiffany Haddish) es la amiga extrovertida que tiene averiado el gen de la prudencia y el control, compensado con una lealtad incondicional.
Personajes tan disímiles como complementarios, entre los que se teje una trama de infidelidades, solidaridad y amistad.
Neutralizar una película en cuanto al tono del lenguaje, contenido sexual o alusión a las drogas, para obtener una calificación más familiar y alcanzar a la mayor cantidad de público posible es una condición que la producción se arriesgó a dejar pasar, para tener la opción de construir sus diálogos por fuera de los acostumbrados eufemismos y dejar de recurrir a alegorías visuales para hablar del cuerpo y su sexualidad.
El resultado es una comedia sin filtros, que hace mofa incluso de sus propios clichés, provocativa y emotiva al mismo tiempo.