Gimnasios en Asia ya cuentan con usuarios que llevan sus mascarillas todo el tiempo. Foto: Reuters
Quito sigue en semáforo rojo por la pandemia, al igual que otras ciudades. Sin embargo, dueños de centros de acondicionamiento preparan una guía para abrir sus puertas apenas la luz cambie a verde.
Estos negocios desconectaron sus máquinas a mediados de marzo por la propagación del coronavirus en el país, obligando a sus clientes a ejercitarse en casa a través de diferentes plataformas digitales. En esa lista están gimnasios como el Balance Fitness Center, Pacific Gym, Pit-bull, y box de crossfit como el de Euforia.
Cada uno con sus propias reglas
Los planes de acción varían en cada centro de acondicionamiento, pues cada uno funciona con sus propias reglas. No existe una asociación de gimnasios, según Paola Pullas, representante del Balance Fitness Center.
Fue iniciativa suya colocar alcohol para desinfectar máquinas, pesas, discos, barras y colchonetas hace más de cinco años, cuando arrancó el negocio en el centro norte de Quito. Antes de empezar la cuarentena, en cambio, dotó de dispensadores de gel para que sus clientes se sientan más tranquilos. Cruz Puente, un usuario de esta cadena, entrenó hasta el último día en estas instalaciones ya que la desinfección le daba más seguridad.
De las palabras a la acción
Santiago Gálvez Fonseca, dueño del gimnasio Pit-bull, en cambio, cuenta los días para que las autoridades le permitan conectar sus máquinas, en Carcelén. Dice que la situación económica es complicada y que, haciendo esfuerzos, podría mantener cerrado su centro de acondicionamiento hasta finales de junio. Luego, “muchos tendrán que cerrar para siempre”.
Gálvez considera que una estrategia válida para brindar seguridad al cliente y reducir el riesgo de contagio por covid-19 es colocar una bandeja con cloro, antes de la puerta de ingreso, para desinfectar el calzado. También una llave de agua para promover el lavado de manos previo al contacto con las máquinas y pesas. Él solo permitirá el acceso a las personas que porten su respectiva mascarilla y dos toallas.
El distanciamiento será clave
Adentro, dice Gálvez, cada persona tendrá que mantener una distancia de dos metros. Para que eso se cumpla ya dibujó unas líneas en el piso y reubicó las máquinas. Otra opción, dice, sería la reducción del aforo. Cuenta que un horario complicado es el de 19:00 a 21:00. “En la mañana es completamente tranquilo. Las horas pico son en la noche”.
Túneles de desinfección
Christian Sarzosa, de Euforia, coincide con Gálvez con la reducción del aforo para reducir el riesgo de contagio. Cuenta que antes de la emergencia cerca de 200 personas se entrenaban al mes, en diferentes horarios. Ese centro de acondicionamiento cuenta con dos plantas y, según Sarzosa, cuando abran las puertas solo 10 alumnos podrán entrenarse en la primera planta, mientras que en la segunda habrá espacio para nueve.
Pero para evitar el riesgo de contagio, este entrenador también delegará a una persona para que tome la temperatura a cada alumno antes del ingreso al box. Ya en el sitio, afirma, cada persona contará con su material de trabajo, de acuerdo a su objetivo y plan de entrenamiento. Tras terminar la práctica se le solicitará limpiar el equipo con alcohol o cloro. “Tenemos que ver la opción más adecuada”.
Adicional, colocará un túnel de desinfección en la entrada para ofrecer mayor seguridad a todos sus alumnos.
Cero duchas
Las duchas y los cambiadores podrían ser focos de contagio. Por esa razón en Euforia y en el gimnasio Pit-bull se suspenderán las duchas y los cambiadores, un plus que ofrecían ciertos centros de acondicionamientos, facilitando la vida de los usuarios, pues muchos de ellos tras salir del gimnasio iban directo a sus trabajos.
Concienciar a la ciudadanía
Cruz Puente cuenta que, para mayor seguridad, -entre el 13 y 16 de marzo- el administrador de su gimnasio evitó tocar las identificaciones de los asistentes. Antes de la pandemia el encargado guardaba las credenciales en una caja y las entregaba al término de la cada práctica.
Sin embargo, Puente afirma que, aunque los gimnasios se activen en junio o julio, esperará pacientemente antes de regresar. Teme contagiarse camino al gimnasio, pues considera que la gente carece de solidaridad y que aún no entiende el significado de esta enfermedad. Asegura que todo es cuestión de costumbres y que entender la importancia de solo lavarse las manos tomará mucho más tiempo.