Gabriel Paredes es director del grupo teatral de tradición montuvia ‘Los del Tablao’. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
En su nuevo libro, ‘Los montuvios en Guayaquil’, el actor y folclorista guayaquileño Gabriel Paredes Villegas recoge estampas narrativas sobre los campesinos costeños que al migrar al Puerto Principal cambian las labores ligadas al cultivo de la tierra por los más diversos trabajos, algunos de ellos oficios tradicionales ya desaparecidos.
El libro reúne historias de montuvios refraneros, personajes tradicionales como don Arcadio Guerrero, que en una carreta pregonaba su leche de hacienda con un discurso en rima con el que iba repartiendo por los barrios leche fresca, queso y cuajada. O como el cuentero del parque La Victoria, que en un círculo de público vendía sus pomadas al tiempo que contaba sus historias.
“Son mayormente personajes del Guayaquil que se fue, producto de una investigación con oficios tradicionales, también se recogen leyendas urbanas y cuentos como ‘El montuvio que quiso engañar al diablo’, que las personas del campo trajeron consigo a la ciudad”, dice el autor.
El quinto libro de Paredes, una publicación del programa editorial del Municipio de Guayaquil, será presentado el próximo sábado en el marco de la tercera edición de la Feria Internacional del Libro de Guayaquill, que abrió sus puertas este miércoles 6 de septiembre del 2017 y se extenderá hasta el domingo en el Centro de Convenciones.
“El montuvio ha sido partícipe de la producción nacional, ha estado en el boom cacaotero, en el bananero, en el camaronero, pero a menudo no se le reconoce, se lo invisibiliza y es importante resaltar su papel”, indica el actor, director artístico del grupo de tradición montuvia Los del Tablao.
Él mismo se reconoce como un montuvio nacido en Guayaquill, vinculado a través de sus padres con los cantones como Jipijapa (Manabí) y Simón Bolívar (Guayas).
Los campesinos del Tablao cumplen 15 años de labor escénica, conjugando el trabajo de músicos, actores y copleros, en una representación de la oralidad, las creencias, los cuentos, mitos, leyendas y la idiosincrasia del campo. Paredes es además autor de obras montuvias para ambientación de la casa hacienda en el Parque Histórico de Guayaquil.
Una multiplicidad de anécdotas y aventuras se mezclan en el libro a medio camino entre la tradición y el mito.
El choque que produce el encuentro del campesino con la metrópolis recrea historias de trabajo y tesón, pero también imposturas. Entre ellas están los relatos de ‘El ladrón de levita’, hijo de un hacendado de Balzar que escogió el camino de la estafa; la de ‘El brujo del Cristo del Consuelo, que dizque curaba y enamoraba de agache’; o la historia del audaz pícaro que vendió la torre morisca con su reloj público, conocido como ‘El cuentero de Muisne’.
En el prólogo del libro, el escritor y comunicador Ramón Sonnenholzner Murrieta -quien se reconoce también como montuvio a pesar de su apellido alemán- destaca en la cuentería también la oportunidad de “divertirnos de nosotros mismos, además de entendernos en nuestra esencia”.
Según Sonnenholzner, propietario del parque hacienda La Garza Roja en Nobol, el libro sobre esta mezcla de negros, indios, blancos, indios y criollos que son los montuvios evidencia además la forma como esta etnicidad “ha ayudado a edificar al actual Guayaquil”.