Gabriela Alemán, escritora. Foto: archivo / EL COMERCIO
Entrevista a Gabriela Alemán, escritora
¿Cuál es su lectura del momento que vive la publicación de libros de cuentos en América Latina y el Caribe?
Desde los años sesenta del siglo pasado, se ha vaticinado la muerte del cuento, pero es un género que nunca ha desaparecido. En el siglo XX tuvo un florecimiento importante gracias a que circulaba a través de revistas y suplementos culturales que pasaban de mano en mano. Ahora los cuentos trascienden las fronteras gracias a sitios que hay en Internet, a la presencia de editoriales independientes y a la publicación de antologías.
¿Cuáles son las diferencias que ve entre las revistas culturales de antaño y las revistas digitales dedicadas a este género?
Entre lo positivo de este nuevo momento está la posibilidad de que una revista digital sea creada en México y tenga textos de escritores de Argentina, Ecuador, Brasil o España, e incluso una traducción de un cuento de un autor húngaro que publicó en inglés. Todas esas barreras que antes parecían imposibles de franquear se derrumbaron. Uno de los aspectos negativos es que los lectores tienen que buscar en pilas de posibilidades hasta encontrar un texto que consideren una joya y eso puede ser agotador.
En 2021, ‘Fuga permanente’ cumple 20 años de su primera edición, ¿qué es lo que más recuerda del proceso de escritura de este libro, que acaba de ser reeditado por la editorial de la PUCE?
En ‘Fuga permanente’ aparecen cuentos distintos a los que había escrito antes en ‘Maldito corazón’ y ‘Zoom’ y comenzó a aflorar mi obsesión paraguaya. En ese sentido, el cuento ‘Prisión de ámbar’ es como un borrador de lo que vendría luego. Recuerdo que tenía la necesidad de narrar este libro desde la ironía, que era un tono distinto al que había empleado antes en mis relatos. Tiene una fuerte influencia de Ricardo Piglia, no tanto de su faceta narrativa, sino de la teórica.
En el cuento ‘Prisión de ámbar’ aparece por primera vez Elisabeth Nietzsche, ¿cómo ha sido su relación con este personaje?
Ha sido una relación de amor y de odio. Mientras más sabía de ella, más la iba odiando. Mucha de la oscuridad que se tendió sobre la figura de su hermano en realidad provino de ella, porque tuvo una relación bastante fuerte con los inicios del nazismo. Muchas publicaciones, que luego los nazis tomaron como base para defender la idea del superhombre ario, partieron de textos que ella incluyó en libros que armó con escritos inacabados de su hermano. Es una figura siniestra con ciertas marcas de luz. Se convirtió en un personaje que me permitió explorar en el mundo de la crónica.
‘Fuga permanente’ también es el nombre de uno de los cuentos del libro, ¿qué hay detrás de esta idea de la fuga?
Para mí, todos los cuentos de este libro son caóticos, son textos que explotan como esas bombas caseras llenas de clavos que no sabes hacia qué dirección se van a dirigir. Los veo como cuentos juguetones y lúdicos que tienen que ver con muchas de mis preocupaciones personales, que finalmente son las mismas que las del resto de la humanidad, como cuál es el significado de la vida, de la muerte o del amor. Creo que vivimos en una fuga constante y que esa es la única manera de enfrentar nuestra existencia. El momento en que congelas la posibilidad del cambio te mueres metafóricamente.
Si tuviera que salvar de la hoguera un cuento de ‘Fuga permanente’, ¿cuál sería y por qué?
El cuento que salvaría, porque me parece muy divertido, es ‘Crisis’. Cuenta la historia de un taxista que lleva a dos muchachos que se acaban de conocer, que no saben hacia dónde ir y que se mueven por el deseo. No importa que no tengan plata, que están entrando a lo que podría ser un sitio tenebroso, y que al final ni siquiera puedan cumplir su deseo, sino las cosas que pasan a su alrededor y las reflexiones del narrador. Lo salvaría porque en este cuento está la semilla de lo que nos vuelve humanos, que es el lenguaje.
¿Cree que un cuento que se sostiene exclusivamente en la sorpresa final es un texto perdido?
Personalmente creo que un cuento que no da pistas sobre cómo va a terminar y que al final pretende sorprender al lector no funciona estructuralmente. Si hay algo que detesto en la literatura es que me manipulen y me digan cómo tengo que pensar y cómo sentir.
¿Qué autor de cuentos recomendaría?
En los últimos 10 años me he dedicado a leer, sobre todo, ensayos. La última autora que cambió mi manera de pensar fue Grace Paley por su manera de narrar.
Biografía
Nació en Río de Janeiro, en 1968. Es una escritora y académica ecuatoriana, con más 10 libros publicados en casi tres décadas.