La Universidad de la Artes, uno de los temas polémicos que deberá resolver el nuevo ministro de Cultura. Foto: El Comercio
Desde esta semana, Francisco Borja Cevallos asume por completo sus funciones como ministro de Cultura y Patrimonio; un puesto al que llega luego de haber vivido los últimos siete años en Chile. Allí él desempeñaba el cargo de Embajador del Ecuador, un puesto que obtuvo tras casi tres decenios trabajando como reportero o director en medios de comunicación nacionales.
La entrada de Borja Cevallos, hermano del expresidente Rodrigo Borja Cevallos (de hecho fue su asesor durante sus cuatro años de mandato: 1988-1992), se da tras la salida de Paco Velasco, quien por 16 meses estuvo a cargo de este Ministerio. Y a su llegada, uno de los primeros temas a resolver es la situación en torno al posible Código de Cultura y Patrimonio, sobre cuya existencia se especula a pesar de no haber sido presentado en el Pleno de la Asamblea Nacional.
En una entrevista con este Diario, Raúl Pérez Torres, presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, dio a conocer documentación existente en torno al supuesto Código. Y a pesar de que el exministro Velasco negó que él hubiera solicitado una consultoría para la redacción del mismo (decisión que atribuyó a un funcionario de su Ministerio, sin mencionar su nombre), Pérez Torres afirma que esta sí era de conocimiento del exministro.
La polémica en torno a este Código nace a partir de que la Ley de Cultura(s), que tiene al Ministerio de Cultura y Patrimonio como uno de sus entes ejecutores, ha permanecido sin discusión en la Asamblea Nacional durante los últimos cuatro años. Esto ha impedido que pueda tomar forma el Sistema Nacional de Cultura, creado en 2008 tras la aprobación de la Constitución de Montecristi.
Pero este no será el único reto para el nuevo Ministro. La Universidad de las Artes, uno de los grandes proyectos educativos del actual régimen, deberá iniciar en 2015 con los programas de Artes Visuales y Aplicadas y Artes Escénicas: Teatrales y del Movimiento. Así, este centro empezaría a operar al 100 por ciento con la oferta con la que fue ideado.
El tercer hecho inmediato al cual se enfrentará Borja Cevallos será la Feria Internacional del Libro de Quito 2014, a desarrollarse entre la última semana de noviembre y la primera de diciembre, en conjunto con la Casa de la Cultura, entidad cuya autonomía dejaría de ser tal en caso de que las propuestas de Ley o Código oficiales sean aprobadas. El desarrollo de esta cita, que hasta el momento ha confirmado la presencia de 15 países, es una de las prioridades a corto plazo para la administración entrante.
Tres voces críticas
A decir de Fabiano Kueva, gestor cultural, artista y productor radial, la Feria Internacional del Libro no es un problema de la última administración. A su criterio, se debe tomar en cuenta que no hay un escenario editorial fuerte en el país, de modo que “el tema de las ferias no ha terminado de despegar”.
Puesto que, desde su punto de vista, no hay un contexto favorable para autores y pequeñas editoriales el panorama no da visos de crecer. Un antecedente de ello, según Kueva, es la organización de la FIL de Quito: concebido desde una estructura empresarial, cuando “lo adecuado sería hacer más flexible el sistema de contratación” al tratarse de la gestión cultural, misma que “incluye otro tipo de parámetros”, sostiene Kueva.
Para el productor radial, quien recientemente participó del proyecto ‘36 años, 36 minutos. Campanas y voces de Quito’, otro tema cuestionable es el de la Universidad de las Artes. Él considera que la institución “es completamente ajena a la realidad y posee muchas contradicciones” porque pese a mencionar en sus estudios a la interculturalidad el requisito de maestros con PhD descarta a profesionales calificados que no tienen ese título.
En este punto León Sierra, gestor cultural, dramaturgo y actor, dice que la U. de las Artes es “un error filosófico y epistémico de este gobierno”. Sostiene que, si bien la universidad como institución es el lugar por excelencia de generación de conocimiento, la práctica y la creación artística se construyen desde otras instancias.
Una solución, según Sierra, sería “organizar las artes en conservatorios”, donde se haría más efectiva la transmisión de conocimiento, pues además este tipo de instituciones genera maneras de producir inscritas en las preocupaciones y necesidades de generaciones de creadores.
Sierra también añade que una de las grandes ausencias del Ministerio de Cultura es el fomento de espacios para la práctica artística, y considera que hay una serie de lugares desperdiciados. Suma a esto que no se debe ocultar la labor histórica de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, que si bien es muy criticada, sostiene, merece ser reestructurada. Asimismo, sostiene Sierra, falta análisis para fomentar prácticas artísticas y no solo la producción de obras en particular.
Respecto al fomento a la creación coincide con Sierra el artista plástico Miguel Betancourt, quien menciona que el posible nuevo marco legal “debe contemplar esta figura y la de difusión artística”.
No obstante, Betancourt es enfático al señalar que la excesiva burocratización del Ministerio no fue exclusividad de la última administración.Él estima que otra manera de gestionar esa institución brindaría confianza y operatividad a los proyectos que maneje. Al mencionar la gestión cultural actual, Betancourt considera que en el caso de la CCE, sus 70 años de vida “bien o mal cumplidos” son un antecedente para una “verdadera administración de la cultura”.