Las fotos de recién nacidos cautivan a más padres

La fotógrafa Kay García retrata niños recien nacidos en su estudio. Foto: María Isabe l Valarezo / El Comercio

La fotógrafa Kay García retrata niños recien nacidos en su estudio. Foto: María Isabe l Valarezo / El Comercio

La fotógrafa Kay García retrata niños recien nacidos en su estudio. Foto: María Isabe l Valarezo / El Comercio

Los primeros 15 días de vida de un bebé resultan mágicos. Es ahí cuando los padres comienzan a conocerlo y cuando se afianzan los vínculos. Descubren sus primeros gestos, su mirada, los delicados movimientos de su cuerpo y esos rasgos particulares en el rostro que no volverán a verse igual luego de ese tiempo.

Cambian con rapidez. Estos recuerdos quedaban atrapados casi exclusivamente en la memoria de los padres. Y cuando los niños crecían, y sentían curiosidad por conocer cómo eran al llegar al mundo, debían conformarse con las historias de la abuela.

Pero ahora, y cada vez con más frecuencia, los padres buscan perennizar ese momento a través de fotografías. En Estados Unidos ya eran comunes hace más de una década.

Kay García las había visto, pero no fue hasta que vivió el milagro de ser madre que comenzó a interesarse profesionalmente en estas.

Hace dos años instaló un estudio en el norte de Quito. Se llama Lalaubykay y, hasta ahora, unos 320 bebés han sido fotografiados. Siempre en los primeros 15 días de nacidos.
Es cuando tienen el sueño más profundo y su cuerpo es más flexible; moldeable para las diferentes poses que dan frescura a las fotos.

A Kay le asiste la experiencia a la hora de moverlos. Emula las posiciones que el bebé tenía en el vientre de su madre, para que el pequeño se relaje.

No se puede ensayar cualquier pose, el flujo de sangre puede cortarse y causar moretones. Eso lo aprendió en los cursos de especialización que hizo y que ahora reproduce para otros fotógrafos del país.

Ahí les habla sobre la importancia de que el bebé se sienta a gusto, al igual que los padres. Ellos también llegan tensionados, con pocas horas de sueño acumuladas. Y más si se trata de padres primerizos. Las sesiones pueden durar hasta tres horas y media, depende de la personalidad del bebé, de su carácter, del ambiente que se logre con él.

Por eso, Laura Kroh a veces prefiere hacer las sesiones de fotos en el calor de cada hogar. Especialmente con las madres para quienes el parto normal no fue una opción.

La idea se la trajo de Australia, donde residió hasta inicios del año pasado.

Ya en Ecuador, sus pequeños fueron los primeros modelos de su obra. Luego, poco a poco, otras madres comenzaron a buscarla. Desde inicios de este año, la demanda ha sido importante. Cada semana fotografía a dos o tres pequeños.
Las redes sociales se han convertido en una vitrina de sus trabajos y también han permitido que este tipo de fotos se conviertan en una naciente tendencia en Ecuador.

Así fue como Sofía Pérez y su esposo Alfonso Ordóñez dieron con Kay García. Las fotos que vio en su página web la convencieron de llevar a su hijo Felipe, cuando estaba a solo un día de cumplir los 15 días.

Kay lo tomó en sus brazos apenas lo vio y le dio la bienvenida. Le habló despacio, bajito; con tono de madre, recordándole lo bonito que se veía en la manta en que llegó.

El pequeño debe acostumbrarse a ella, para que las fotos fluyan con mayor naturalidad. Cuando siente que está listo -más relajado- lo recuesta sobre uno de los cojines del estudio fotográfico. Enciende dos calefactores para evitar que se resfríe y lo acomoda en diferentes poses. Espera, paciente, ese momento especial: un gesto del bebé, un movimiento de sus manitos, un bostezo... Y entonces, ‘clic’. Kay y la cámara se hacen una sola.

La mamá sonríe cerca. Siente la química que hay en el ambiente. Reconoce que no cualquiera puede hacer este tipo de retratos. Se requiere conocimiento, técnica, experiencia, cuidado... Y ese ‘feeling’ que también envuelve a Marielisa Vizuete desde que se convirtió en madre.Sus dos hijos le cambiaron la forma de ver el mundo e hicieron aún más feliz su inexplicable relación que mantiene con la fotografía.

Sus niños fueron sus primeros modelos, luego de retornar de Cuba en 2002 especializándose en Fotografía Documental y Retratos. Comenzó con sesiones a domicilio y más tarde en un estudio ubicado en el norte de la capital.

Ella descubrió que las imágenes más fluidas y las que se destacan en su galería resultaron ser las de los pequeños con los que hubo mayor vínculo. A ellos los acompañó con fotos desde que estaban en el vientre y luego cuando ya llegaron a los brazos de sus padres.

Kay -asegura- también que ha sentido esa conexión y es lo que hace que cada gráfica se vea diferente, aunque siempre se usen los mismos atuendos. El gorro de lana de conejo, la corona de princesa o las alas de un angelito.

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