Una característica de la tagua es el calor que produce en los brotes; llama la atención de los expertos. Foto: cortesía Olivier Dangles/IRD
Científicos ecuatorianos y franceses describieron en la revista Frontiers in Ecology and the Environment, el mecanismo de producción de calor de los capullos de la tagua (marfil vegetal). El proceso tiene el nombre de termogénesis. El mismo que ha sido poco estudiando en las regiones tropicales y genera preguntas sobre el rol del calor en la biología de las especies y del bosque tropical.
A la palma de marfil se la conoce como tagua o cade. Es endémica de la región costera del Ecuador. Los agricultores que explotan este recurso conocen que las flores generan calor.
Rommel Montúfar, investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), asegura que se siente el cambio de temperatura tan solo con tocar las flores con las manos, pero hasta hace poco se ignoraba cómo se produce, las razones por las que se genera este hecho y cuál es rol en la dinámica del bosque.
En libros científicos se ha descrito ‘la generación de calor’ de esta planta, sin embargo, no hay datos técnicos que demuestren los patrones en la palmera y su relación con el ambiente.
Investigadores de la PUCE están estudiando el proceso con la tagua que se encuentra en varias zonas del Ecuador.
Estudios realizados en Europa y América del Norte en las flores del género Arum, demostraron que estas tienen una hoja modificada (espata) que cubre parcialmente a una larga inflorescencia. Las plantas masculinas y femeninas producen calor de manera consecutiva, para atraer a los insectos polinizadores.
En Ecuador, los especialistas midieron la temperatura de los brotes (capullos) de la tagua, durante cinco días, y señalaron que la temperatura constante es de 37 grados centígrados. Olivier Dangles, investigador francés del Institut de Recherche pour le Développement – IRD, indicó que no se han identificado las causas o el mecanismo de esta alteración en el calor.
La termogénesis podría atraer a los insectos antes de que la flor se abra y lo hace cuando llega a una temperatura de 37 grados, preferentemente en la noche. En apenas ocho o nueve horas se despliega una larga inflorescencia, de más de un metro de largo, compuesta de miles de estambres. No se tienen evidencias concretas, pero esta señal térmica facilitaría la colonización muy rápida de los polinizadores.
El Arum y la tagua son diferentes en términos de su biología, su termorregulación es relativamente similar. Las dos plantas viven en climas radicalmente distintos. El estudio de las dos permitirá identificar los factores que controlan la termogénesis en las mismas, y particularmente su relación con la polinización.
Los científicos mencionan que es un desafío para la conservación de la tagua, que actualmente se encuentra amenazada en Ecuador. Lo que se desea es comprender cómo se genera la polinización entre poblaciones aisladas y degradadas ecológicamente.
La cosecha de las hojas de tagua para la elaboración de
techos y la degradación del ambiente amenazan la conservación de este recurso endémico del país.
Montúfar asegura que si se desarrolla una comprensión de los mecanismos de polinización, se constituiría una información fundamental para desarrollar estrategias de conservación y manejo de los recursos forestales.