Fernando Falconí posa junto a collages de su muestra, titulada ‘Tesauro’. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
En sus más recientes obras, Fernando Falconí hace suya la visión del escritor y filósofo italiano Umberto Eco sobre los mapas medievales, que lejos de suponer un instrumento de orientación para los exploradores, se convertían en unas herramientas de fabulación, en pergaminos para imaginar unicornios, monstruos marinos o islas encantadas, refiere. “Son seres que evidentemente no existen, pero que merecerían existir”.
En una parte de las pinturas de técnica mixta de la exposición ‘Tesauro’, que el artista mantendrá abierta hasta fin de mes en la galería Dpm en Guayaquil, la noción de lo fantástico puede surgir de la disímil mezcla de imágenes que proponen los cuadros. Pero se trata de imágenes que aluden al mundo real, “al universo tabulado, jerarquizado y sistematizado” de las viejas enciclopedias ilustradas.
Falconí incursiona en el collage en parte de estas nuevas 16 pinturas, como un medio para desarrollar ideas sobre el conocimiento sistematizado de las enciclopedias, dice. Las imágenes provienen de las enciclopedias de los años 70 y 80, en especial de las publicaciones visuales Salvat, con las que el autor pretende “construir nuevos universos visuales” en “una especie de ejercicio opuesto” al enciclopédico.
“Tesauro es una palabra que proviene del latín y que significa tesoro, pero también se la usa en códigos para indexar, para crear índices y listas. Pero mis listados están lejos del orden específico de las enciclopedias”, dijo el guayaquileño, de 38 años.
Los motivos naturales marcan las obras. Tortugas y grandes pulpos se mezclan con plantas que poseen formas fálicas o capullos de flores que asemejan vulvas, navegantes, partes de mapas de distintas latitudes y fragmentos de obras célebres de la historia del arte, esculturas griegas o piezas que se centran en el cuerpo o en la naturaleza.
“El collage fue una de las cosas más interesantes que hizo el arte en el siglo XX. Esta idea de juntar imágenes muy disímiles, proximidades que generan nuevas lecturas y curiosidades, en algunas de estas obras existen discursos sobre la fertilidad o sobre la metáfora de la creación del Edén, por ejemplo”, explica Falconí.
Otros collages refieren al humano y a sus actividades a lo largo de la historia. “La pintura es la gran pizarra de la historia, decía Francisco Umbral. La historia del arte y la historia de la humanidad están entrelazadas”, dice el pintor.
En una segunda parte de la muestra, Falconí regresa a la impronta de una serie que trabajó en 2010, con paisajes desérticos y montañosos, donde los colores ocres y tierras contrastan con cielos encendidos, lilas, morados o rosas. Ahora los paisajes incorporan unas represas inservibles, pues las obras carecen de agua e incluso de vegetación, a excepción de las pocas plantas carnívoras de ciertas obras.
En los dípticos que acompañan los paisajes erosionados incorpora grabados que van desde el siglo XVII al XIX, sobre pintores o exploradores usando el artilugio de la cámara oscura, carpas que oficiaron como antecesores de la cámara fotográfica y del proyector, utilizados ahora por los artistas contemporáneos para acelerar el proceso de dibujo en sus pinturas.
En ‘Tesauro’, el artista guayaquileño parecer estar ahondado en su interés por el paisaje y por los mundos extraños que han marcado su obra. “Estoy ahondando en esos mundos raros, en esta cuestión inexacta y mágica”, dice el artista. En la extrañeza de historias incompletas que concluyen en la imaginación del espectador.