La fe se aviva en medio de las crisis

En la ciudad de Bei Brak, en Israel, un policía vestido con traje de protección para el virus verifica el distanciamiento en un centro judío de estudios religiosos. Foto: AFP

En la ciudad de Bei Brak, en Israel, un policía vestido con traje de protección para el virus verifica el distanciamiento en un centro judío de estudios religiosos. Foto: AFP

En la ciudad de Bei Brak, en Israel, un policía vestido con traje de protección para el virus verifica el distanciamiento en un centro judío de estudios religiosos. Foto: AFP

Nadie es ateo bajo fuego. Así tituló su mensaje el pastor evangélico argentino, Dante Gebel, el domingo 23 de marzo, durante el servicio que pudo ser visto únicamente por Internet en la iglesia River Church de Anaheim, California. Se iniciaba la cuarentena en ese estado por la inusitada expansión del nuevo coronavirus en los Estados Unidos, nación que hoy bate records de fallecidos en el mundo a causa de los contagiados.

Gebel, conocido en el ámbito cristiano desde los años 90 como el pastor de jóvenes, junto con su congregación conformada principalmente por latinos, pide a los creyentes que obedezcan las restricciones de las autoridades y que no paren su ayuda a los más necesitados.

Pero, además, dice que las iglesias, sinagogas y mezquitas enfrentarán este año una gran ‘cosecha’ de nuevos fieles que tocarán sus puertas en busca de consuelo y restauración.

En medio de las guerras, crisis, enfermedades y la muerte, y cuando la lógica, la ciencia y la autosuficiencia del ser humano ya no dan más respuestas, el mismo hombre y mujer encaran su lado espiritual pidiendo auxilio divino.

Ximena Araujo Piedra es una médica ecuatoriano española que vive en Madrid, desde hace 15 años. Se especializó en Europa en Otorrinolaringología. Es decir, su especialidad se concentra en las vías respiratorias superiores: nariz, boca, laringe y faringe, justamente donde se aloja el ‘bicho’, como también se llama al covid-19.

En Amritsar, India, personas buscan consuelo en los portales de sus casas al leer los textos sagrados Sijs en medio de la cuarentena nacional decretada por el covid-19. Foto: AFP

Ella trabaja de lunes a viernes, en pleno centro de la tormenta, en un hospital ubicado en la capital española, foco del contagio del país donde se registran más de 10 000 fallecidos y más 115 000 contagiados. Tiene que cambiarse de ropa y ducharse varias veces al día, y entrar en el ‘campo de batalla’ con un equipo de protección individual compuesto por una bata impermeable que la cubre completamente, un gorro para el cabello, una mascarilla N95, calzas para los zapatos y lentes.

Pero antes de salir de casa, ora, lee la biblia y se encomienda a Dios con el versículo de Romanos 8:28: “Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman”. Sin duda ha sentido temor y preocupación. Pero en medio de un país que atraviesa una situación crítica por el virus, ella se considera una guerrera de oración en quirófanos, pasillos y hasta en grupos de Whatsapp donde colegas que antes no profesaban ninguna religión, hoy responden con un “amén”, ante palabras de ánimo o imágenes con pasajes bíblicos.

José Daniel Guerrero, antropólogo radicado en Galápagos, atribuye esta vuelta a la espiritualidad al miedo, la incertidumbre y la amenaza de que el virus entre al hogar y la muerte se tome a los seres queridos.

“El enemigo del virus es invisible, una presencia que amenaza y que no vemos. Y por eso, tal vez, buscamos la respuesta también en el ámbito de lo divino que también es invisible. Nos creíamos el centro del universo, con poder sobre el tiempo y la economía. Pero no fue así.”, opina Guerrero quien atribuye la búsqueda espiritual como resultado del encierro. Una experiencia de interiorización casi forzosa debido al tiempo extra que tienen las personas en sus hogares.

“Nos creíamos tan grandes y somos tan vulnerables y tan pequeños. Estamos todos cruzando en la misma barca. Pero no estamos solos. Jesús está con nosotros”, expresa el Secretario General de la Conferencia Episcopal, Padre René Coba, en referencia al pasaje del evangelio de Marcos que el Papa Francisco leyó en días pasados cuando dio la bendición ‘Urbi et Orbi’ pidiendo por los enfermos del coronavirus y por aquellos que fallecieron y sus familias, ante la plaza vacía de San Pedro en Roma, pero ante millones de católicos que se conectaron por Youtube.

Y es que la iglesia ya no es más un templo donde se dan reuniones, sino que está en el corazón del creyente, indica el pastor de la iglesia del Alianza Cristiana del Batán, Luis Estévez. “Debemos mostrarnos como iglesia que no tenemos muros. La iglesia debe levantarse con mayor fuerza. Se ha centrado en sus templos y en hacer una especie de gobiernos zonales. Pero la iglesia es columna y fundamento de la verdad que debe movilizarse.”

Estévez -quien además es ingeniero en Hidráulica, y catedrático en Física y Matemáticas- insiste en que en medio del dolor, las contagiados no solo necesitan médicos del cuerpo sino además médicos del alma, cristianos que den amor, consuelo y esperanza.

Para él, existe le ley natural donde se debe acatar las restricciones y la cuarentena para evitar la propagación del virus, pero también existe la ley espiritual donde el virus a vencer es el pecado y sólo puede ser sanado a través de Jesucristo.

“Los momentos de angustia y de crisis obligan a todo ser humano a mirar arriba, a buscar un auxilio que ya no se consigue en lo material, en lo racional o lo científico. Hay en el ser humano una necesidad espiritual sustancial. No se saca nada peleando por títulos, por dinero, por ser más millonario. Ahora se está demandando lo opuesto: una vida sencilla y de servicio mutuo donde tú sirves al otro sin pretender ser mejor que el otro” opina Roberto Proaño, médico oftalmólogo y pastor de la iglesia Siloé.

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