La exhibición es el resultado del trabajo conjunto del CAC con la Fundación Han Nefkens. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.
Hay un antiguo proberbio chino que dice: “Un viaje de mil millas comienza por el primer paso”. Esta frase sirvió como inspiración para reunir en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito (CAC) la obra de 13 artistas visuales.
La exposición ‘Un viaje de mil millas’ hace un recorrido por 11 puntos geográficos del sur global en el que distintos artistas jóvenes contemporáneos muestran sus visiones sobre distintas cuestiones y problemáticas sociales.
La migración, la salud, el medioambiente, la violencia, el género, la memoria, la colonialidad, la familia y el desarrollo económico son algunos temas recurrentes. La muestra no se centra en un tema en particular. Más bien busca ser una plataforma en la que se muestra el trabajo artístico.
“La exhibición es parte del Programa de Comisiones y Premios de la Fundación Han Nefkens, que busca dar becas y financiamiento a artistas emergentes en el proceso de producción y exhibición de obras de videoarte”, explicó Hilde Teerlink, cocuradora de la exposición. Ella trabajó junto con el ecuatoriano Eduardo Carrera en el montaje de la muestra.
La muestra ‘Un Viaje de mil millas’ se compone de 11 videoinstalaciones. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.
En los distintos videos se muestran historias de personas y territorios atravesados por conflictos. Se puede conocer la violencia que sufren las mujeres kurdas en Siria o el incesante trabajo de los recolectores de guano en las islas Chichas frente a Perú.
La fundación pidió a 10 curadores de distintas partes de Latinoamérica que postulen a tres artistas contemporáneos emergentes que podrían utilizar la beca para la producción de una obra de relevancia. De entre 30 candidatos, el ecuatoriano Adrián Balseca fue el ganador.
El joven ecuatoriano recibió el premio en el 2018. En la exhibición, que estará abierta hasta febrero del 2020 en el CAC, está la primera parte de su proyecto: ‘Suspensión I’.
En el video, filmado en Morona Santiago, retoma el popular juego del palo ensebado y sustituye los premios con recipientes llenos de gasolina que cuelgan de un elevado tronco de balsa. Con su obra pretende llevar a la reflexión sobre el “progreso moderno”, a menudo vinculado con las actividades extractivistas en varias provincias del Ecuador, explica el artista.