El brasileño Adriano Amaral, una de las promesas del arte en su país, participa en la celebración del 35 aniversario de la feria de arte contemporáneo Arco Madrid (del 24 al 28 de febrero), con una instalación que presenta la compleja relación entre imágenes y formas.
El arte contemporáneo conquista la ciudad con motivo del cumpleaños de Arco con el proyecto Año 35. Madrid, que ocupa nueve espacios de la ciudad, en su mayoría museos, y que fue inaugurada hoy por el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle.
Museos historicistas como el Arqueológico, el del Romanticismo, el Cerralbo y el de Antropología, junto a Estudios de Tabacalera -todos ellos centros dependientes del Ministerio de Cultura-, se han abierto a instalaciones “que causarán sorpresa en los visitantes habituales”, según el comisario del proyecto, Javier Hontoria.
Amaral (1982) ocupa los Estudios de Tabacalera, antigua fábrica de tabacos de Madrid, un lugar que invita a explorar el trasfondo histórico y la arquitectura de ese edificio histórico.
El artista brasileño juega con el espacio y lo reconfigura hasta crear insólitas atmósferas que obligan al visitante a repensar constantemente su posición, según el programa de la muestra.
La obra de este artista brasileño profundiza en el estudio de la posibilidades físicas de los materiales, para lo que usa formas de silicona y texturas líquidas, que reflejan su interés por las propiedades sensoriales de la materia.
Con motivo de su 35 cumpleaños, Arco sale a la calle y llega a la ciudad donde se ha establecido “una relación dialéctica y enriquecedora”, “aprovechando infraestructuras culturales del Ministerio de Cultura”, indicó Lassalle.
Este homenaje desde la ciudad y las instituciones a la feria “pone de manifiesto que debe darse una interacción entre los dos lenguajes, contemporáneo e historicista”, según Hontoria, quien ha seleccionado para el Museo Arqueológico Nacional la obra Naturalezas naturales de Fina Miralles.
Piedras, arena, césped y otros materiales están presentes en sus versiones, natural y artificial, “y ofrece una nueva lectura que sobre el arte povera se suceden en la actualidad”.
Partiendo de las pinturas sobre bandoleros realizadas por Manuel Barron que se exhiben en el Museo del Romanticismo, Fernando García ha creado una instalación formada por 250 caracoles, que previamente el artista se comió, que crean nuevos caminos y sendas por unas supuestas montañas de cristal, como lo hacían los bandoleros.
El gran número de obras que se exhiben en el Museo Cerralbo, en el que apenas existen espacios vacíos, llevó a Oriol Vilanova a crear una instalación sonora en la que ha jugado con el regreso del Marqués de Cerralbo, quien al morir en 1922 legó su colección al Estado con la única premisa de que permaneciera siempre unida.
Lorenzo López Cuenca, uno de los artistas españoles más destacados de las últimas décadas, presenta en el Museo Nacional de Antropología Accesorios, intervención en la que plantea una reformulación de la idea de otredad en un lugar en el que los ecos de nuestro pasado colonial reverberan aún con fuerza, así como las relaciones entre el ser humano y las sociedades en las que se inscribe.