La existencia de acuarios genera rechazo global

El delfín nariz de botella es la especie que se pretendía importar. Foto: EFE

El delfín nariz de botella es la especie que se pretendía importar. Foto: EFE

El delfín nariz de botella es la especie que se pretendía importar. Foto: EFE

Las intenciones de construir un delfinario en Ecuador han provocado que se retome la discusión en torno a la existencia de estos acuarios.

Las posibilidades de nadar con delfines o verlos realizar una infinidad de trucos pueden representar un sueño cumplido para los visitantes, pero tienen implicaciones en la salud de estos animales.

Esta última fue una de las razones por las que, desde un inicio, animalistas e investigadores rechazaron la propuesta por parte de un grupo extranjero de instalar un delfinario en Salinas y ahora buscan que se declare a Ecuador como un país libre de este tipo de establecimientos.

Cristina Cely, veterinaria y vocera de la Comisión de Fauna Marina y Silvestre del Movimiento Animalista Nacional, explica que los delfines son animales que están acostumbrados a nadar más de 40 kilómetros al día. Estas son condiciones que por lo general un acuario no puede ofrecer.

La alimentación de la especie también se modifica y se los obliga a cambiar sus patrones de comportamiento para adaptarse a un espacio reducido. Esto tiene efectos importantes en estos animales, ya que se ha demostrado que los delfines tienen un desarrollo social e intelectual complejo.

Los espectáculos en los que se expone a delfines bailando, saltando un aro o dando besos implican un entrenamiento previo. Cely dice que esto es obligar a los animales a adoptar comportamientos que no son típicos de un cetáceo.

Carlos Valle, profesor de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad San Francisco de Quito, considera que más allá de los temas científicos el mayor problema de autorizar estos centros es el mensaje que se estaría dando a la sociedad. Ahora, dice, la corriente mundial va en el sentido contrario.

La tendencia es la promoción de lugares que se alejan del entretenimiento y se enfocan en contribuir a la conservación de especies.

El permiso para este proyecto fue negado el año pasado y esta semana se ratificó la decisión. El Ministerio del Ambiente explicó que no dio paso a la iniciativa por “temas sanitarios, biológicos, de bienestar animal y salud pública”.

La decisión se basa en el artículo 147 del Código Orgánico del Ambiente (COA), en el que se estipula que “se prohíbe la captura, recolección, posesión, tenencia y adquisición, importación o introducción de especímenes de fauna silvestre para actividades de entretenimiento”.

La propuesta de la empresa era importar delfines nariz de botella desde el Caribe. Este fue otro punto que se tomó en cuenta, ya que no se conoce cuál sería el impacto que tendría el cambio de zona para los ejemplares importados, ni para las poblaciones locales.

Las consecuencias que han tenido los grandes parques acuáticos sobre especies marinas han sido difundidas en documentales como ‘Blackfish’ donde se atribuye al encierro como el causante de comportamientos agresivos en algunos animales.

Después de la difusión de este tipo de mensajes, lugares como Sea World empezaron a disminuir el número de visitantes, hasta que finalmente cancelaron los espectáculos con orcas en California y los sustituyeron con experiencias “más naturales e informativas”.

Este parque acuático explicó que su intención es dejar de lado el espectáculo y enfocarse en la educación, investigación y rescate de animales marinos. La empresa anunció en el 2017 que, en este 2019, sus parques en San Antonio y Orlando también cancelarían los espectáculos y se unirían a esta nueva filosofía, a la que se han adherido otros acuarios en América Latina. Para Cely, la única razón para que estos animales estén en cautiverio es que hayan sido rescatados y alguna condición de salud les impida volver a la vida silvestre.

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