Estudio del Geofísico, en la mira de científicos del mundo

El volcán Sierra Negra está localizado en la isla Isabela, en el archipiélago de Galápagos. Foto: Cortesía Mario Ruiz

El volcán Sierra Negra está localizado en la isla Isabela, en el archipiélago de Galápagos. Foto: Cortesía Mario Ruiz

El volcán Sierra Negra está localizado en la isla Isabela, en el archipiélago de Galápagos. Foto: Cortesía Mario Ruiz

Luego de un seguimiento de dos años, la revista Nature publicará un artículo elaborado por investigadores del Instituto Geofísico, en Ecuador. El equipo está encabezado por el sismólogo Mario Ruiz e incluye a científicos de Escocia, Irlanda y Estados Unidos.

La publicación se basa en el monitoreo del proceso eruptivo del volcán Sierra Negra, en la isla Isabela, Galápagos.

Se registró todo el desarrollo previo a la erupción. Los datos analizados han merecido la atención de estudiosos de todo el planeta. Ruiz recuerda que nació en Cotacachi -entre volcanes, dice-. Es profesor e investigador del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional (EPN).

Ruiz ocupa la Presidencia de la Comisión Latinoamericana y del Caribe de Sismología. Él señala que para monitorear un volcán se usan varias técnicas: análisis de eventos sísmicos, deformación de las paredes, geoquímica de los gases emanados, entre otras.

Varias especialidades se reúnen para combinar observaciones en distintos campos, con el fin de evaluar anomalías para tratar de determinar un posible ascenso de magma.

En 2013 comenzó el monitoreo de los volcanes de Galápagos. En la isla Isabela se encuentran bajo estudio: Wolf, Darwin, Alcedo, Cerro Azul y Sierra Negra. También el volcán Fernandina en la isla del mismo nombre.

El experto afirma que Galápagos se volvió un laboratorio mundial. Lo que hace tan especial al archipiélago es que las erupciones son muy frecuentes: los volcanes de las islas se activan cada 10, 15 y 20 años. Esto contrasta con la mayoría de cráteres del mundo que suelen despertar cada cientos o miles de años. Las erupciones frecuentes permiten probar técnicas de monitoreo, determinar qué es lo que sucede antes de que lo hagan, establecer patrones y construir modelos.

A partir de 2017, la actividad sísmica comenzó a incrementarse en el volcán Sierra Negra.

En 2018 se invitó a científicos de otras partes del mundo a estudiar el fenómeno en el país. Llegaron con instrumentos y financiamiento. Los más interesados fueron investigadores de la Universidad de Edimburgo, también del Instituto de Estudios Avanzados de Dublín y de la Universidad Estatal de Pensilvania.

Los equipos fueron colocados en el volcán Sierra Negra tres meses antes de que erupcionara. Fue uno de los eventos volcánicos mejor monitoreados del planeta. Ello permitió a los científicos obtener una gran cantidad de datos para procesar y presentar nuevos modelos para predecir erupciones. Por ejemplo, se comprobó que el piso de la caldera del volcán se elevó seis metros antes del evento eruptivo.

Estos modelos predictivos abrieron las puertas de medios de divulgación científica de la talla de la revista Nature, a las investigaciones realizadas en Galápagos. La publicación está prevista para las próximas semanas -ya pasó la revisión de los pares y ha sido recomendada-.

También está en camino otro artículo al respecto, que se prepara para su publicación en la revista Science, en los próximos meses. Las universidades de Edimburgo y de Pensilvania, que participaron en la investigación, se adelantaron a anunciarlo en un comunicado.

Ruiz precisa que revistas científicas de ese nivel verifican exhaustivamente que las investigaciones a publicar sean novedosas y tengan alto impacto en el mundo académico.

Los artículos serán tomados en cuenta para el seguimiento de erupciones en otras partes del mundo. Por ejemplo, en Estados Unidos hay gran interés por el trabajo desarrollado en Galápagos. Esto, porque al conocer cómo funcionan los volcanes de nuestro archipiélago, pueden aplicar el modelo predictivo desarrollado a los volcanes de Hawái.

Ruiz explica que allí las erupciones son mucho menos frecuentes, por tanto, difíciles de estudiar para tratar de establecer modelos y patrones. Algo similar a lo que ocurre en Islandia y en las islas Canarias.

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