200 estudiantes aprenden sobre la cultura del pueblo afro del país

En cada uno de los cantones de Esmeraldas se han conformado los guardianes de la tradición. Foto: Marcel Bonilla/ EL COMERCIO

Unos 200 niños y adolescentes de ocho unidades educativas del cantón Muisne, al sur de la provincia de Esmeraldas, se capacitan en temas etnoeducativos con el apoyo de tres técnicos de la Dirección de Cultura del Municipio.
El trabajo empezó hace seis meses mediante un convenio con la Dirección Distrital de Educación, que promueve el conocimiento de la cultura del pueblo afroesmeraldeño y de la nacionalidad Chachi.
Luis Vera, alumno de la unidad educativa Alfredo Pérez Guerrero, lleva seis meses aprendiendo danza y cantos tradicionales. Cuenta que durante este tiempo se ha instruido en las rutinas de la danza como el andarele, así como de la historia de los primeros africanos que llegaron a Esmeraldas.
Me agrada la danza tradicional. El sonido del bombo y la marimba nos contagia con su candencia y nos pone a bailar”, comenta Mélida Quintero, otra de las estudiantes que aprende sobre etnoeducación.
En la Unidad Educativa de Chamanga, donde estudia Quintero, cuentan con su rincón cultural en el que hay réplicas de instrumentos musicales tradicionales, sombreros y utensilios hechos con materiales como bambú y mate.
Linver Nazareno, director de Cultura del Municipio de Muisne, explica que durante este proceso los estudiantes aprenden todo sobre oralidad ancestral, música y danza, con el apoyo de dos gestores culturales.
Muisne es conocido también porque fue en la playa de Portete por donde arribaron los primeros negros al mando de Alonso de Illescas. Por eso, con los estudiantes se hacen ejercicios para recrear el pasado histórico, explica Nazareno.
En esa zona se realiza, en octubre, el denominado Retorno al Palenque de la Libertad, para recordar la fecha del arribo de los africanos, y cómo llegaron y se multiplicaron. Una de las forma de recordarlos, a más del denominado retorno, es a través del fogón de los abuelos.
De acuerdo con la historia, los abuelos se sentaban alrededor del fogón y mientras hervía el papa’o de nanaó (pescado), contaban cuentos, echaban décimas y amorfinos.
Son esas costumbres las que queremos conservar, para que los descendientes puedan conocer nuestro pasado histórico”, señala Narciso Mendoza, uno de los gestores culturales que apoyó el proceso de enseñanza etnocultural en esta unidades educativas.
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