Estrategias para lograr un confort térmico ideal

Los materiales, la ventilación y la orientación son claves para el control de temperatura.

Un confort térmico interior se logra mediante la adecuación del diseño, la geometría, la orientación y la construcción del edificio a las condiciones climáticas que le rodean. El objetivo es que todos estos factores permitan obtener una gran calidad espacial y funcional, y reducir los efectos negativos sobre el entorno.
A pesar de esta premisa, no se puede complacer a todos cuando se trata de ajustar un clima interior. Por eso, no hay estándares universales o rangos de comodidad recomendados en el diseño de sistemas de construcción.
Todo depende de las necesidades y actividades que emprenden los habitantes: quienes se entrenan en un gimnasio, por ejemplo, no se sentirán cómodos en un ambiente con los mismos sistemas de construcción de una vivienda en el páramo. En lo que sí concuerdan los especialistas es que el confort térmico es un elemento que debe estar planteado desde que se concibe el proyecto arquitectónico.
Para conseguir esta eficiencia energética, uno de los aspectos fundamentales es la protección solar para evitar el sobrecalentamiento en el interior de las construcciones. A través de un adecuado control de la luz solar se consigue reflejar y disipar la energía fuera del espacio habitable, lo que reduce la demanda energética.
El arquitecto Pedro Ordóñez explica que la envolvente del edificio o casa es esencial. Esta ‘vestimenta’ actúa como un filtro entre el clima exterior y el ambiente interior. La configuración adecuada de esta da como resultado un entorno interior bien equilibrado y reduce el uso de sistemas mecánicos, lo que contribuye a una estructura más sostenible. Para diseñar es primordial tener en cuenta el aislamiento, la ganancia solar, la inercia térmica y la ventilación de aire.
Para aplicar una estrategia correctamente se debe tomar en cuenta que la inercia térmica, es decir cuán lentamente llega la temperatura de un edificio a la de su entorno, está controlada en gran medida por los materiales y el tipo de estructura utilizada en la arquitectura de la obra.
Estos componentes reaccionan con el entorno y aseguran que el interior permanezca más frío o cálido, según la ubicación y la necesidad del usuario, durante un período de tiempo más prolongado.
Los ladrillos y las piedras se consideran materiales de alta inercia térmica, por lo general, se utilizan en ambientes cálidos para mantener el interior fresco. En las regiones más frías, los materiales como la madera se utilizan para que los interiores se calienten más rápido durante el frío.
Por otro lado están los elementos mecánicos que también entran como estrategias, pero, sobre todo, para solucionar problemas derivados de un mal manejo arquitectónico u obras situadas en zonas con temperaturas más extremas. En la lista están las chimeneas, que se pueden integrar en los ambientes ya sea de forma tradicional o con diseños más modernos como los que funcionan con bioetanol.
Entre otras soluciones están los calefactores, cuyos diseños modernos incorporan más novedades que funcionan con tecnología de convección.
Luis Alberto Santisteban, especialista en sistemas de calefacción, explica que en este mecanismo el aire frío ingresa de forma natural y se calienta según la temperatura deseada. Sus diseños se basan en una placa cerámica que se acopla a la pared.