En la exposición ‘La vida antes y después del Mónaco’ hay piezas del catedrático ecuatoriano X. Andrade. Foto: Cortesía de X. Andrade.
El pasado 22 de febrero del 2019, el edificio Mónaco -barrio El Poblado, Medellín– se convirtió en un montón de escombros y polvo. En la década de los ochenta ese fue el hogar de Pablo Escobar Gaviria.
Antes de su demolición, el Mónaco era una de las paradas emblemáticas de las más de 80 narcorrutas turísticas que hay Colombia. Entre los encargados de realizar estas visitas estaba ‘Popeye’, el exjefe de sicarios de Escobar.
La demolición del edificio y las narcorrutas turísticas son parte de ‘La vida antes y después del Mónaco’, la exposición que Lucas Ospina, Omar Rincón y X. Andrade exhiben en la galería VK de Bogotá.
A través de una serie de videos, fotografías y objetos, estos catedráticos de la Universidad de los Andes muestran la primera parte de un proyecto orientado a investigar las estéticas derivadas del narcotráfico colombiano.
Andrade cuenta que el proyecto también tiene como objetivo mapear algunos de los efectos del narcotráfico en el mercado de consumo cultural en Colombia, entre ellos los narcocorridos en las cantinas de Bogotá o el culto por las motocicletas que utilizaban los sicarios en Medellín.
Entre los videos que son parte de la exhibición hay uno que recoge una serie de imágenes subidas a YouTube sobre la supuesta aparición del fantasma de Escobar durante la demolición del Mónaco. La viralización de estas imágenes da cuenta de que el legado del narcotráfico sigue interesando en Colombia.
“Para mí -dice Andrade- lo esencial respecto de esas imágenes es que son una prueba de que hay un discurso oficial destinado a borrar la imagen de lo narco, mientras crece el culto hacia este mundo”.
Otra de las formas en las que ese culto estético hacia lo narco se mantiene son las decenas de calcomanías con imágenes de los narcotraficantes más famosos que se pegan en las motocicletas. La mayoría de las personas que las coleccionan son jóvenes que aspiran a tener ese estilo de vida.
En esta exhibición también se reflexiona sobre la historia del narcotráfico en Colombia. Como parte de este ejercicio se incluyó un mapa de los años sesenta, donde Latinoamérica no estaba incluida. La idea con este tipo de objetos es mostrar cómo el discurso antidrogas excluía a los países de la región y cómo en ese tiempo se tenía como referente a las mafias italianas.
Uno de los objetos que más ha llamado la atención en esta muestra es la rocola que fue extraída de una de las cantinas de Bogotá dedicada a los narcocorridos. La instalación incluye cuatro videos intervenidos en los que se escuchan canciones emblemáticas de este género musical, como la Cruz de marihuana.
‘La vida antes y después del Mónaco’ también es un faro que ilumina cómo el narcotráfico es un mundo que sigue dividiendo a la sociedad colombiana. Por un lado están las autoridades que quieren borrar su huella; por otro, las personas que tratan de mantener vivo el legado de los líderes de los carteles. Andrade sostiene que, en este contexto, la imagen de Escobar es más popular hoy que en la década de los ochenta. “Eso se lo debemos a la exposición de su figura en los medios de comunicación”.