Cristian Levi realizó un estudio comparativo sobre esta pieza arqueológica que viajará a Francia. Fotos: La Caldera Chamanika y Francisco Flores para EL COMERCIO
Una lengua descomunal, de forma triangular. Largas areteras. Una corona con decoraciones. Y las garras de una bestia en posición de ataque. Son algunos de los elementos que le hacen falta al hombre Jaguar del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), según un estudio comparativo con una figura diminuta encontrada en una vasija de la reserva del museo.
La figura zoomorfa, perteneciente a la cultura La Tolita (Esmeraldas, 600 años antes de Cristo), tiene 75 centímetros de alto y es una de las obras insignes del MAAC. Los ojos tienen una brotación circular, a tono con la ferocidad de la trompa abierta, atravesada por cuatro grandes colmillos.
El chamán Jaguar estará en el museo etnológico francés Du Quai Branly, que acogerá la exposición ‘Ecuador, chamanismo y divinidades de la Costa precolombina’. Antes del viaje de esta deidad felina, el gestor cultural Cristian Levi, quien realizó un estudio comparativo, ofrecerá una charla sobre la pieza el próximo 10 de diciembre (16:00) en la sala arqueológica del Museo.
El “dios Jaguar” –como lo llama Levi– fue comprado por el Banco Central del Ecuador (BCE) a un huaquero en los años 80, con lo que se perdió todo el contexto que hubiera podido aportar una excavación arqueológica, sumado a que tiene partes desprendidas y los brazos rotos.
Figura zoomorfa de la cultura La Tolita, exhibida en el Maac con partes desprendidas y los brazos rotos, pieza que viajará a Francia. Foto: Foto: Francisco Flores / Para EL COMERCIO
En una exploración del fondo de más de 60 000 piezas del MAAC, Levi encontró representado en una vasija ceremonial un jaguar (de solo ocho centímetros del alto) muy similar al de la exposición ‘10 000 años del antiguo Ecuador’, que aún conserva el tocado original, la lengua y las garras.
Se trata de una imagen que tiene los mismos apéndices tubulares en la cabeza. Y aunque la nariz del figurín de la vasija es más humanoide, son piezas de la misma época, según apunta Levi, licenciado en arte, quien ahora puede imaginar cómo lucía la emblemática pieza del museo.
La lengua pudo estar desplazada hacia a un lado como en otros casos que halló durante su indagación: jaguares con actitud agresiva o con falos erectos en contextos rituales en Mesoamérica, Colombia y Ecuador.
Llaman la atención los dos apéndices tubulares, coniformes, de la parte superior de la cabeza. Los arqueólogos le adjudican una función decorativa, pues cuentan con orificios en sus bases y se presume que sirvieron para insertar plumas de aves como decoración.
La arqueología tiene diversas visiones sobre el felino de rasgos humanoides. Unos lo explican como un chamán disfrazado de animal. Otros arqueólogos, entre ellos el inglés Richard Lunnis, sostienen que se trata de un chamán en el proceso místico de transformación, tras la ingesta de algún brebaje o por voluntad propia.
El mexicano Carlos Núñez Calderón de la Barca la relaciona con una deidad, representante del poder del chamán.