‘1984’ es una novela política de ficción distópica que narra una sociedad donde se manipula la información y se practica la vigilancia masiva y la represión política y social. Las ventas del libro se han disparado desde las declaraciones de Donald Trump. Foto: AFP.
Donald Trump no había construido un solo proyecto inmobiliario pero estaba convencido, y trataba de convencer a los demás, de que era uno de los magnates de esta industria. Eran los inicios de la década de los setenta y él era un treintañero, de verbo fluido, que vivía en Nueva York.
En criollo, lo que hacía Trump, antes de empezar a construir torres de lujo en Manhattan junto a la organización Hyatt, era engañar. Años después diría que lo suyo era simplemente una hipérbole veraz, un término que acuñó como parte de un discurso, que sin saberlo, lo llevaría décadas más tarde a la Casa Blanca.
A sus 70 años, la hipérbole veraz es el lenguaje que mejor maneja Trump. Según PolitiFact, una web que coteja la veracidad de las declaraciones de los políticos, el 76% de sus testimonios resultaron falsos desde que se lanzó como candidato a la Presidencia de Estados Unidos.
Desde el pasado 20 de enero, la hipérbole veraz es uno de los nuevos huéspedes de la Casa Blanca. El ‘lenguaje Trump’ tiene una fórmula sencilla pero efectiva, sobre todo para los estadounidenses que votaron por él. Consiste en negar los hechos a pesar de que existan datos e información verificables que los desmienten.
En este contexto, donde se busca imponer una verdad -la verdad de Trump- se produjo un fenómeno editorial. El libro más vendido de las últimas semanas en EE.UU. es ‘1984’, de George Orwell.
La obra de Orwell es una distopía que describe el manejo de los totalitarismos en el siglo XX. Su protagonista es Winston Smith, un hombre que vive como el resto de Oceanía, bajo la mirada inquisidora del ojo del Gran Hermano.
En Oceanía existe el Ministerio de la Verdad y se habla un nuevo lenguaje: la nuevalengua. Alex Woloch, profesor de Literatura en la Universidad de Stanford, ha declarado que el nuevo interés de la sociedad estadounidense por ‘1984’ se ha dado por la retórica autoritaria y la agresiva ignorancia de la verdad que tiene Trump.
“En el país no se ha suprimido la libertad de expresión, ni se ha impuesto la censura masiva, ni se ha llegado a ejecuciones por motivos políticos, pero el nacionalismo de Trump ha prendido las alarmas”, dice.
Si antes Trump daba cuenta de forma amañada sobre la cifra exacta a la que asciende su fortuna, o sobre si él era el dueño del Empire State, ahora lo hace sobre el veto migratorio a los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana o en relación a cómo se pagará el muro que quiere construir en la frontera con México.
Al igual que en ‘1984’, en el gobierno de Trump se ha instaurado la era de la posverdad y de los ‘hechos alternativos’. A estas alturas, la hipérbole veraz se ha hecho carne en la gente que forma parte su círculo.
Una integrante de ese círculo es Kellyanne Conway, quien acuñó el término ‘hechos alternativos’ para negar las evidencias sobre el número de personas que asistieron a la posesión de Trump en Washington. Conway, como otros funcionarios, parecen haber sido educados en el Ministerio de la Verdad, el encargado de establecer lo falso y lo verdadero en la novela de Orwell.
En ‘1984’, el objetivo de la nueva lengua es que las personas se olviden de la vieja lengua (la forma habitual de entender y nombrar el mundo) para que cualquier pensamiento ‘herético’ fuese inconcebible, al menos en la medida en que depende de las palabras. Trump sabe, o al menos intuye -como señaló George Steiner, escritor, filósofo y crítico francés- que lo que no se nombra no existe.
En ‘El orden del discurso’, Michel Foucault sostiene que el discurso no es solo aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha; aquel poder del que quiere uno adueñarse.
Desde los 70, Trump ha tratado de posicionar su hipérbole veraz. Un discurso compuesto de mentiras, de verdades a medias y, últimamente, de odio.
En Oceanía, la gente soporta a diario los dos minutos de odio, un tiempo dedicado a recordar a Emmanuel Goldstein, un enemigo del pueblo. Esos dos minutos de odio han encontrado eco en los discursos de Trump, quien despotrica contra las personas que piensan de forma diferente a él.
Las consecuencias de ese odio, que se está viralizando a través de redes sociales, tiene su mejor ejemplo en ‘Odio Nacional’, el último capítulo de la tercera temporada de la serie británica ‘Black Mirror’.
En este episodio se narra la historia de una sucesión de muertes que se originan por la propagación de un tuit con el ‘hashtag’ #MuerteA. La elección de la persona que muere siempre se vuelve viral cuando algún famoso o persona con poder lanza un retuit o comparte un comentario.
Entre la colección de frases lanzadas por Trump desde su época de candidato a la Presidencia están: “Podría disparar a la gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”, “Reestablecería el ahogamiento simulado para los sospechosos de terrorismo”, “Pido el bloqueo completo y total a la entrada de musulmanes en EE.UU.” o “México nos envía a la gente que tiene muchos problemas, que trae drogas y crimen”.
En el prólogo de una de las ediciones en español de ‘1984’, el italiano Umberto Eco sostiene que el libro es un grito de alarma: “Es una llamada de atención, una denuncia y por eso ha fascinado a millones de lectores en todo el mundo”.
Al final del primer capítulo, Winston Smith escribe en su diario: “Escribo al futuro o al pasado, a un tiempo donde el pensamiento sea libre, en el que los hombres sean diferentes unos de otros y no vivan solos, a un tiempo en el que la verdad exista y lo que se haga no se pueda deshacer. Desde la época de la uniformidad, de la soledad, desde la época del hermano mayor, saludos”.