La biodiversidad de ríos, lagos y humedales es una de las más afectadas por la contaminación y la sobreexplotación de recursos pesqueros. Cortesía Paul Vecsei.
Mientras las investigaciones y los planes de manejo generalmente se enfocan en los peces que habitan en los océanos, las poblaciones de agua dulce cada vez enfrentan más amenazas. La contaminación, la sobrepesca, las especies invasoras y la construcción de hidroeléctricas son algunos de los factores relacionados con la desaparición de estos animales.
El informe ‘Los peces olvidados del mundo’, realizado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) junto con otras 15 organizaciones, revela que una de cada tres especies de agua dulce se encuentra en peligro de extinción.
Hasta el momento, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha declarado como ‘extintas’ a 80 variedades y, de estas, 16 fueron incluidas en la categoría en el 2020.
Aunque más de la mitad de todas las especies de peces del mundo habitan en ríos, lagos y humedales, la biodiversidad de estos ecosistemas está disminuyendo dos veces más rápido que en los océanos o en los bosques.
Stuart Orr, líder mundial de agua dulce de WWF, explica, en un comunicado difundido por la organización, que este tipo de peces generalmente no son tomados en cuenta para desarrollar represas o utilizar el agua de los ríos. Esto está acelerando su declive en diferentes partes del planeta.
Jonathan Valdiviezo, investigador del Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio), recuerda que, en el pasado, era común hallar la especie Astroblepus cyclopus en las laderas del Pichincha. Ahora, esto se ha convertido en una tarea imposible para los investigadores por diversos factores.
La contaminación ha ocasionado que estos animales desaparezcan en la zona y, en otros ecosistemas altoandinos, los peces nativos han sido reemplazados por especies introducidas como las truchas.
Esta es una práctica común también en la Amazonía. Valdiviezo cuenta que la llegada de la tilapia y la trucha, o su inclusión en planes para asegurar la alimentación de las comunidades, ha provocado un grave impacto en los ecosistemas de agua dulce y en su biodiversidad. Los grandes bagres forman parte de uno de los grupos más afectados en esta región del país.
En otra zona, como la laguna de San Pablo, en Imbabura, el problema se relaciona con el uso de esta agua. El especialista explica que las personas utilizan las quebradas que alimentan a la laguna para lavar chochos. Durante este proceso se liberan químicos que afectan a las especies de peces. Otros lavan su ropa en este lugar, lo cual también causa daños a la fauna debido a la presencia de detergentes.
En 2019 se evaluó a 163 especies en Ecuador para crear la Lista Roja de peces de agua dulce del país. 22 fueron incluidas en las categorías de amenaza y otras 66 fueron clasificadas como ‘datos insuficientes’, por lo cual es importante ampliar sus estudios.