La escuela de ballet de Patricia Merizalde lleva 33 años funcionando. Actualmente tiene 50 alumnas que van desde los 3 añitos hasta los 12 años. Foto: Marcel Bonilla/ EL COMERCIO
Una sección de ejercicios de calentamiento sirve como preámbulo para empezar con las clases de ballet. Son 35 niñas que sueñan con ser las mejores bailarinas y mostrar su talento en los escenarios del país.
La escuela de ballet y arte de Patricia Merizalde lleva 33 años formando a niñas y jóvenes esmeraldeñas, desde su creación el 8 de marzo de 1982.
Es la única de este género en Esmeraldas, puesto que hay academias de baile que aparecieron hace una década para perfeccionar el bailoteo de la salsa y la danza tradicional del pueblo afroesmeraldeño.
Hace tres años Merizalde decidió cerrar su academia, después de 30 años de trabajo, para dedicarse a su labor de escritora. Ha escrito 10 libros de poesía y está terminando uno más, en el que recoge la vida de escritores esmeraldeños como Adalberto Ortiz, Nelson Estupiñán Bass, Julio Estupiñán Tello, entre otros.
Su decisión de separarse de la enseñanza del ballet no fue posible. “El timbre de mi casa no dejó de sonar cada tarde. Eran las madres que llegaban a pedirme que les enseñe ballet a sus hijas”, comenta sonriente en la sala de su casa, mientras descansa en un mueble estilo Luis XV, de color blanco con bordes dorados.
A las clases asisten todas las tardes niñas y señoritas de entre 3 y 17 años. Todas están atentas a la dirección de la maestra que con destreza se desliza con sus altos tacones, para ordenar los delicados movimientos.
El salón de ensayos goza de un buen ambiente con una temperatura de 20c°. Sobre las paredes del aposento se muestra una galería de cuadros pintados al óleo, por el artista plástico Oliverio Corrales Rivera. Ahí se muestra la flexibilidad y las expresiones corporales de la mujer.
Sobre un pequeño estante con puestas de vidrio están una colección de libros y reconocimientos a su labor. Uno de ellos es el Águila Internacional conseguida por dos años consecutivos, entre 1999 y 2000, en Guadalajara-México. Este premio se otorga a las mejores instituciones del arte de la cultura, donde Merizalde mostró con sus alumnas, su casta de buena balletista.
El poeta Julio Micolta recuerda el galardón Luis Vargas Torres, entregado por el Municipio de Esmeraldas a la escuela de ballet de Patricia, y los realizados por la Casa de la Cultura de Esmeraldas.
Juan Montaño, conferencista y columnista de algunos medios impresos del país, cree que el aporte de Merizalde a la cultura ha sido importante, con la formación integral en su escuela de ballet.
Son más de 50 recitales entregados a lo largo de sus carrera, teniendo como escenario el Teatro Sucre en Quito, Prometeos, Casa de la Cultura Benjamín Carrión en Esmeraldas y presentaciones en otras provincias del país.
Una forma de mostrar su arte fue precisamente a través de los encuentros, teatros, muestras y casas abiertas realizadas con sus alumnas.
Entre sus estudiantes que recuerdan el paso por la escuela de Ballet están Pamela Ortega, Suleika Loor, Paola Rosero, Narcisa Rosero, Indira Sarabia, Clío Olaya entre otras.
Para Merizalde ese es su mejor galardón, porque sus estudiantes en ella encontraron a una amiga, consejera y madre. “Mis mejores amigas han sido mis alumnas”, señala.
Hoy la escuela se ha fortalecido con el apoyo de padres de familia que acuden todas las tardes a ver las destrezas de sus hijas en el escenario, que reciben clases en el idioma Francés.
Educar en ese dialecto es parte de la enseñanza, que seguir manteniendo la escuela de arte y ballet, sobre todo, en la temporada de vacaciones, cuando llegan más alumnas a aprender el arte de bailar con la punta de los pies.