Jóvenes voluntarios de diversas zonas participan en las jornadas de limpieza. Foto: Marcel Bonilla / El Comercio
Las hojas de color amarillos caen sobre el fango del área de manglar. El hedor del lodo se esparce con la brisa que corre al interior de la reserva de vida silvestre del estuario del río Muisne. Sobre un bote, estudiantes y comuneros se arriman a una de las orillas de la embocadura del afluente para verificar si existe basura.
Cuando la encuentran, la retiran hacia el continente a borda del pequeño navío de fibra de vidrio. La finalidad es mantener limpia el área de reserva donde se reproducen especies de aves, conchas, almejas, peces, camarones y jaibas, de las que se alimentan quienes habitan en sus alrededores.
Con sacos en mano, los estudiantes de la unidad educativa Muisne caminan con botas de caucho sobre el blando terreno recogiendo residuos plásticos y llantas. En la parte más interna de la reserva hay basura orgánica que ha sido arrastrada por la marea que irriga el área.
Mientras se navega, sobre el espejo de agua se observan vasos y platillos plásticos, así como ramas de madera que son retiradas. “Queremos que las especies bioacuáticas no se afecten por la contaminación”, comenta Luis Mera, uno de los estudiantes.
El trabajo de limpieza de los estudiantes se realiza con la coordinación del Ministerio del Ambiente. En marzo de este año se retiraron 108 sacos de basura con un peso de 3 240 libras, mientras que en agosto, con la participación de 90 personas, se recogieron 93 sacos, que pesaron 634 kilos.
Desde inicios de este año, unos 2 000 estudiantes y comuneros de las poblaciones de Pedro Carbo, San José de Chamanga, Sálima, Bellavista, Bunche y Daule trabajan en la limpieza de 1 205, 83 hectáreas que están bajo custodia y conservación de las comunidades.
Ellos habitan alrededor del área de reserva y se dedican a la extracción de conchas, pesca artesanal y a la actividad turística. Los estudiantes recorren el área de reserva que corresponde al Refugio de Vida Silvestre, Manglares de Estuario del Río Muisne.
Los miembros de las comunidades ingresan a primera hora del día para recolectar la mayor cantidad de plástico que puedan con luz natural. Foto: Marcel Bonilla / El Comercio
Pastora Cheme y otras 10 concheras de la parroquia Bolívar se han sumado a las labores de limpieza de los senderos por donde extraen conchas y realizan paseos turísticos.
En Bolívar, existen unas 50 concheras que utilizan sus prácticas ancestrales para sacar conchas y camarones, que promedia 80 unidades diarias, explica Reversides Castillos, conchera y habitante.
La reserva está compuesta por el manglar, sistema del estuario del río Muisne y del río Cojimíes, y comprende un total de 3173 hectáreas, que son custodiadas por siete guardaparques del Ministerio del Ambiente, que se encarga de revisar los acuerdos de uso y custodia del manglar.
El presidente de la Asociación del recinto Bunche, Rosa Torres, explica que el acuerdo de uso y custodia permite el aprovechamiento sustentable y racional de los recursos naturales, con los que preparan platillos típicos siempre complementados con coco.
El administrador del refugio de vida silvestre, Elvis Chávez, señala que, a través del componente de educación ambiental, se promueve la limpieza con las asociaciones, centros educativos, juntas parroquiales y el Municipio de Muisne.
Entre las asociaciones están: Asopescmar, Asopesanjocha, Asopesarisa, Asosertuvista, Asopesbunche, Asopronureda y Asopropechu, que aglutinan a 243 socios dedicados al aprovechamiento y conservación de manglar.