Aura es uno de los tres satélites internacionales que se encargan de vigilar la capa de ozono. Foto: NASA
Las tareas emprendidas para preservar la capa de ozono son parte de una de las iniciativas más exitosas en el mundo de la ciencia. El orificio que se forma cada año sobre la Antártida se está reduciendo y, en el 2019, este agujero fue el más pequeño que se ha registrado desde que se descubrió la problemática hace más de 40 años.
Mañana se celebra el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono; cumple 35 años desde su creación en la Convención de Viena. Surgió como la respuesta global para evitar la destrucción de este escudo que protege a la Tierra.
Rasa Zalakeviciute, docente investigadora de Ingeniería Ambiental de la Universidad de las Américas (UDLA), explica que la vida en la superficie terrestre es posible gracias a la capa de ozono, que protege de la radiación ultravioleta a la humanidad y a todos los organismos. Cuando empezó la revolución industrial, la contaminación antropogénica y el uso de químicos aumentaron exponencialmente, poniendo en peligro a esta franja de gas.
A finales de la década de 1970, los científicos descubrieron que las personas estaban creando un agujero en la capa de ozono. Los gases que se liberaban por el uso de aerosoles y de refrigeradores estaban causando su deterioro.
La respuesta mundial ante esta alarma se concretó en 1985, con la Convención de Viena. Dos años después, el Protocolo de Montreal hizo que los gobiernos y la industria se comprometieran a eliminar el 99% de las sustancias que reducen el ozono en la capa.
Este acuerdo se enfoca sobre todo en la producción y uso de los clorofluorocarbonos y establece un calendario para su eliminación. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se espera que el ozono del Ártico se recupere por completo antes del 2035. Zalakeviciute dice que los resultados ya se ven, aunque estas sustancias permanecen por muchos años en la atmósfera.
La última evaluación científica de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de la ONU para el Ambiente revela que la capa de ozono se ha recuperado entre el 1% y el 3% cada década desde el año 2000, en algunas partes de la estratosfera.
Para la ONU, la aplicación del Protocolo de Montreal está funcionando tanto en los países desarrollados como en los que están en desarrollo. Los calendarios se han respetado; este protocolo y la Convención de Viena se han
convertido en los primeros tratados en la historia de la ONU que lograron la ratificación universal.
Pero un evento en este 2020 levantó nuevamente las alertas. A inicios de este año se detectó un agujero en el Ártico, donde no es común que este orificio alcance grandes dimensiones. Zalakeviciute explica que normalmente el agujero de mayor tamaño se produce en la Antártida, pero la combinación de factores -como bajas temperaturas y la concentración de químicos presentes desde en la atmósfera- produjeron este fenómeno en el Polo Norte.
“La pérdida de ozono en el 2020 muestra que tenemos que permanecer vigilantes y mantener observaciones continuas”, dice Petteri Taalas, secretario General de la OMM. La concentración de ozono en esta zona mejoró en abril, cuando se cerró este agujero.