Ricardo Andrade interpreta a un bufón en ‘Escorial’, sobre el poder más abyecto. Foto: Cortesía C.I.E. El Teatrito
El grupo mexicano El Teatrito de Mérida, Yucatán, trajo a Guayaquil dos obras de talante muy dispar. En ‘La fantástica fuga de Asdrúbal Huracán y Estrellita Pocaluz’ se acercan desde lo lúdico al teatro testimonial contando la historia de 20 años del grupo como si fuera la de un gran circo y con la pareja fundadora interpretando a 15 personajes, a una versión de ellos mismos como protagonistas, pero también a títeres de mano y de sombras: equilibristas, faquires y magos.
En ‘Escorial’, adaptación de la obra del dramaturgo belga Michel de Ghelderode, El Teatrito se aleja de esa experimentación y se acerca a una idea más clásica del teatro, con la dirección y adaptación de un director externo, el español Raúl Cortés.
‘Escorial, una farsa oscura sobre las infamias del poder, se presenta esta semana -desde hoy hasta el domingo- en el Espacio Muégano Teatro de Guayaquil. El Teatrito realiza en el espacio una residencia de un mes, ofreció un taller y presentó la primera pieza teatral.
“‘La fantástica fuga…’ es una obra autorreferencial, ficcionamos los recuerdos de los dos protagonistas, nuestros álter egos, como una forma de salvar nuestros dolores y trabajar en la investigación escénica”, dice Ricardo Andrade, quien protagoniza la obra con su pareja, Amanda Quezadas. “Nuestra historia y la del grupo no sucedió exactamente de esa forma, pero así nos gusta recordarla”, dijo la actriz.
Los dos actores interpretan a una reina y un bufón en ‘Escorial’ -junto al actor Jorge Luis Reyes, como un monje-, en un juego teatral sobre la decadencia, la vileza del poder y la miseria humana.
En la adaptación se han trocado los géneros del texto original y es una reina con el bufón los que esperan por la muerte del rey, que agoniza en algún lugar fuera de escena.
“La obra presenta un juego entre dos personajes en los extremos de la pirámide social y muestra cómo pueden trocarse los papeles en esos dos estratos sociales”, indicó Quezadas, que hace el papel de reina.
La pieza, como el escorial del título, viene a ser ese lugar donde se desechan lo impresentable, las cosas más viles y despreciables en las relaciones humanas. “La pieza indaga en cómo está estructurado el poder desde la iglesia, desde la monarquía y en la farsa. ¿Entre estos tres estatus quien es más humano?, es lo que parece preguntarle la obra al espectador”, agrega la actriz.
El bufón, que solo ha conocido la humillación y expresa su desprecio por el soberano, puede en un momento detentar el poder y el poderoso puede ser humillado en la fábula, que va revelando una tortuosa relación de fondo entre los personajes.
Un humor oscuro y delirante surge de la condición del payaso que cuenta chistes y hace bromas, dice Andrade. “El títere como muñeco puede decir lo que para el ventrílocuo es incómodo –apunta Andrade-. El bufón tiene también permitido decir en la corte lo que nadie más puede, sin que le corten la cabeza, y dice una verdad disfrazada que cuestiona igual a un reino en decadencia”.